domingo, 31 de mayo de 2020

Pasapalabra sobre Mujer




Desde Movimiento contra la Intolerancia os acercamos este Pasapalabra para abordar el tema de la Mujer, desde su diferente perspectivas, así hablaremos de brecha salarial, de feminicidio, techo de cristal, etc.


Actividad enfocada para cursos de 3º y 4º ESO.
 Consulta nuestros materiales en Educatolerancia

sábado, 30 de mayo de 2020

Programa Radio Especial MCI: Derechos Humanos y Escuela

Continuamos con los programas radiofónicos Especiales de Movimiento contra la Intolerancia, en esta ocasión hablamos de los Derechos de los Niños y Niñas y nos centraremos en el Derecho a la Educación. ¡¡Te esperamos!!
Onda Verde


Aumenta el ciberacoso: los adolescentes sufren 'bullying' desde casa





Con los colegios cerrados, las consultas en las líneas de ayuda de la fundación ANAR por acoso escolar presencial han desaparecido. No obstante, ahora, en torno a un 3% de las peticiones de auxilio son sobre 'ciberbullying'. La actividad online de los menores españoles ha aumentado un 180%, según un análisis de la plataforma de seguridad y bienestar digital para las familias Qustodio. 

Los abusadores utilizan las redes para ridiculizar a otros compañeros. Los menores de edad tardan una media de entre 13 y 15 meses en pedir socorro. Por ello, es importante pedir ayuda al centro escolar y que los padres estén alerta a cambios de comportamiento. Más allá del ciberbullying, casi el 50% de las solicitudes que está recibiendo la fundación ANAR es por violencia. 

Los casos de maltrato intrafamiliar son los más frecuentes, sobre todo violencia doméstica, seguidos de violencia de género, abuso sexual, abandono e incluso intentos de suicidio. Para luchar contra ello, la asociación ha puesto en marcha la campaña "No son aplausos", con la que pretenden visibilizar los malos tratos que se esconden en los hogares durante el confinamiento.

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viernes, 29 de mayo de 2020

Viernes 29, Conversación en Zoom con Esteban Ibarra. Por una Sociedad con Respeto y Tolerancia


Disney ha estrenado 'Out', su primer corto con un protagonista gay: llega tarde, pero es importante

    • Greg y Manuel son la primera pareja gay protagonista de una historia Disney
    • 'Out', traducido al castellano como 'Salir', se estrenó en Disney+ el pasado viernes


    Disney ha estrenado 'Out', su primer cortometraje con un protagonista gay
    El estreno en la plataforma de contenido de Disney del cortometraje 'Out' ('Salir') fue muy esperado. No es para menos, se trata de la primera historia con el sello de esta factoría protagonizada por un chico homosexual. 
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    Este cortometraje pertenece a una serie titulada 'SparkShots', que reúne una serie de creaciones novedosas y experimentales en cuanto a las técnicas de animación. 'Out' cuenta la historia de Greg, que acaba de mudarse a un nuevo hogar junto a su pareja, Manuel. En medio de la mudanza los padres de Greg se presentan por sorpresa y a él se le cae el mundo encima, ya que nunca ha hablado de su orientación sexual con su familia. 

    Este es un pequeño paso para Disney, en comparación con lo que están haciendo otras productoras en cuanto a la visibilización de personajes y problemáticas del colectivo, pero ha sido, en general, muy bien recibido. 

    ¿Por qué es importante un corto como 'Out'?

    Hemos preguntado a tres chicos homosexuales para que nos expliquen cómo se han sentido ellos ante este pasito que ha dado Disney en favor de la diversidad. 
    Adolfo, Comminity Manager y redactor de Yasss, opina que, a pesar de ser un gran fan de las películas de Disney, durante toda su vida nunca se había sentido "identificado al 100% con ninguno de sus personajes". Por eso, aunque cree que este primer cortometraje llega tarde, está muy contento con 'Salir': "¿sabes la felicidad que va a sentir ese niño que tiene una batalla interior con sus emociones al ver que los personajes de la película que está viendo con sus padres son como él y tienen sus mismas preocupaciones? Sentirse comprendido y educarse en diversidad no tiene precio". 
    También Alberto, creador del podcast '¡Ay, La Caneli!', cree que Disney ha esperado demasiado: "llega tarde pero al menos llega, ya era hora de que le diera protagonismo a un personaje gay. La historia es muy simple y sencilla pero va directa al corazón. Ese "basado en hechos reales" nos habla directamente a todos los maricones". 
    Jesús, estudiante de producción en la ECAM añade que "es un corto sencillo y precioso que mezcla humor y conciencia social como esperamos que haga cualquier producto de Disney. Está claro que es un paso adelante de la compañía, que recibimos con alegría aunque es insuficiente para la visibilidad que deberíamos esperar a estas alturas".
    Por último, Borja, Community Manager, expresa su contento por sentirse, por fin, representado en el universo Disney: "creo que han sabido plasmar muy bien la lucha interna que se nos presenta cuando es el momento de que nuestros padres conozcan a nuestra pareja. No encuentras las palabras para decirlo, no sabes cómo lo van a afrontar ellos y eso se puede transformar en nerviosismo, estrés y desconfianza". 
    Desde el pasado viernes 22 de mayo se encuentra disponible en Disney+. Este corto fue creado por Steven Clay Hunter, animador de Pixar Animation Studios, quien ha recibido muchos elogios y muestras de agradecimiento por parte de la comunidad LGTBIQ+ durante el primer fin de semana de su lanzamiento. 

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    El racismo más cotidiano de EEUU se hace viral por un incidente en Central Park

    La vida diaria de Estados Unidos está llena de episodios que, con distinta intensidad, recuerdan la vigencia de la lacra del racismo en el país. En casos graves como la muerte este lunes de George Floyd en Minneapolis señalan a la responsabilidad de la policía en casos de violencia excesiva, letal y racista. Pero también en las últimas horas se ha hecho viral un vídeo que registra un incidente aparentemente nimio en Central Park tras el que late una corriente no menos perniciosa: la de las acusaciones falsas a los negros que explotan la asociación a la raza de problemas como la violencia, la amenaza o el crimen.
    El incidente sucedió el lunes temprano, cuando Christian Cooper, un hombre negro aficionado a la ornitología que paseaba por el parque neoyorquino, observó a un perro que estaba sin correa, contraviniendo las normas, y educadamente pidió a su dueña que lo atara. Esta, una mujer blanca, se negó y él recurrió a un truco que, según ha explicado luego, ha empleado en otras ocasiones para tratar de convencer a quienes llevan a los perros sueltos para que los aten, que es ofrecerles a los animales algo de comer.
    En ese momento ella le dijo que parara y él empezó a grabar en vídeo. En las imágenes se ve a la mujer, con una mascarilla, acercándose a él y amenazándole con llamar a la policía. “Les voy a decir que un afroamericano está amenazando mi vida”, dice la mujer. Él le contesta que haga lo que quiera y ella llama, reportando la falsedad, diciendo que el hombre le está grabando, llorando y urgiendo con un tono de gravedad a la policía a mandar agentes.
    La vida diaria de Estados Unidos está llena de episodios que, con distinta intensidad, recuerdan la vigencia de la lacra del racismo en el país. En casos graves como la muerte este lunes de George Floyd en Minneapolis señalan a la responsabilidad de la policía en casos de violencia excesiva, letal y racista. Pero también en las últimas horas se ha hecho viral un vídeo que registra un incidente aparentemente nimio en Central Park tras el que late una corriente no menos perniciosa: la de las acusaciones falsas a los negros que explotan la asociación a la raza de problemas como la violencia, la amenaza o el crimen.
    El incidente sucedió el lunes temprano, cuando Christian Cooper, un hombre negro aficionado a la ornitología que paseaba por el parque neoyorquino, observó a un perro que estaba sin correa, contraviniendo las normas, y educadamente pidió a su dueña que lo atara. Esta, una mujer blanca, se negó y él recurrió a un truco que, según ha explicado luego, ha empleado en otras ocasiones para tratar de convencer a quienes llevan a los perros sueltos para que los aten, que es ofrecerles a los animales algo de comer.
    En ese momento ella le dijo que parara y él empezó a grabar en vídeo. En las imágenes se ve a la mujer, con una mascarilla, acercándose a él y amenazándole con llamar a la policía. “Les voy a decir que un afroamericano está amenazando mi vida”, dice la mujer. Él le contesta que haga lo que quiera y ella llama, reportando la falsedad, diciendo que el hombre le está grabando, llorando y urgiendo con un tono de gravedad a la policía a mandar agentes.
    También la organización de la que Cooper adoptó hace dos años al perro (al que en el vídeo prácticamente ahoga mientras se produce el incidente) anunció que habían vuelto a hacerse cargo del animal.

    Disculpas

    En unas declaraciones a NBC la mujer ha asegurado que se puso nerviosa porque Cooper le estaba “gritando” y porque no sabía qué había en la comida que le estaba dando al perro pero ha admitido que lo que hizo fue “inaceptable” y ha pedido disculpas “a todo el mundo, especialmente a este hombre, a su familia” y a “cualquiera que tenga peor concepto” de ella, algo que asegura que “entiende”.
    “Cuando pienso en la policía soy una persona afortunada”, ha declarado también la mujer. “Me he dado cuenta, especialmente hoy, de que pienso (en la policía) como una agencia de protección y, desafortunadamente, esto me ha hecho darme cuenta de que tanta gente en este país no tiene ese lujo”.

    Contra la deshumanización

    El hombre, que dejó de grabar cuando Cooper puso la correa al perro y que se marchó tras dar las gracias a la mujer por hacerlo y antes de que llegara la policía, por su parte ha explicado que decidió enfrentarse y grabar porque no quería ser intimidado por las amenazas de la mujer de denunciarle a la policía. “No voy a participar en mi propia deshumanización, no voy a alimentar eso”, ha dicho.
    “Vivimos en la era de Ahmaud Arbery, en la que a hombres negros se les dispara por las asunciones que la gente hace sobre los hombres negros y sobre toda la gente negra y no voy a participar en eso”, le dijo a NBC recordando el caso del joven negro que fue asesinado en febrero en Georgia mientras hacía footing por un expolicía blanco y su hijo. Solo este mes, tras la publicación del vídeo, los responsables fueron detenidos e imputados.
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    jueves, 28 de mayo de 2020

    Cuatro personas asaltan una vivienda por una bandera republicana en el balcón

    Los agresores entraron en la casa, donde había cinco personas, y agredieron a dos de los moradores

    Javier Cuesta, agredido por tener una bandera republicana en el balcón de su casa de Granada, ha añadido una española tras el incidente.
    Javier Cuesta, agredido por tener una bandera republicana en el balcón de su casa de Granada, ha añadido una española tras el incidente.FERMIN RODRIGUEZ

    El 16 de mayo, tras la muerte de Julio Anguita, Javier Cuesta decidió homenajearlo colgando en su balcón una bandera republicana. Ahí seguía una semana después cuando tras concluir la manifestación diaria de la ultraderecha en el centro de Granada un joven decidió orinarse en la puerta, justo debajo del balcón y la bandera. El sobrino de Javier, de 23 años, se percató del hombre que orinaba y le dijo que se fuera. Comenzó entonces una trifulca que acabó con Javier Cuesta y su sobrino en el hospital con hematomas y roturas varias y con una denuncia contra cuatro asaltantes por un posible delito de odio y agresión.


    En la vivienda de Javier Cuesta, de dos plantas, residen estos días cinco personas. El propio Javier, de 40 años, sus padres, de 80, un sobrino de 23 y la madre de este, hermana de Javier. El sábado, Javier y su sobrino habían terminado de organizar una habitación cuando el primero se fue a duchar y su sobrino –alguien a quien “no le gusta precisamente la bandera republicana” según cuenta su tío– se entretenía en el balcón. Ahí fue cuando vio al hombre orinando. Le reconvino y bajó a la calle a decirle que se fuera. Comenzó una pelea que el joven dio por concluida al ver que a su contrincante se unían tres personas más que paseaban con él y que estaban unos metros más allá. El sobrino, con miedo, se metió en la casa y cerró la puerta.

    Javier, músico y trabajador en el sector de la maquinaria de hostelería, estaba a punto de ducharse cuando oyó los gritos de su padre y de su hermana, que estaban en la planta baja, la de la entrada a la vivienda. Los cuatro intrusos y agresores –“de alrededor de treinta años, vaqueros, polo blanco y uno de ellos con un reloj Lotus que perdió en la trifulca”, narra Cuesta– habían pegado una patada en la puerta y buscaban al sobrino, que se había refugiado en su habitación. Mientras unos echaban la puerta abajo del dormitorio, otros se habían metido en el salón. Allí se encontraron con los padres de Javier, uno de ellos con principio de Alzheimer, que no entendía lo qué estaba pasando. Nadie lo entendía, realmente.

    El ruido hizo que Javier bajara corriendo –“pensé que nos estaban robando”, dice Cuesta– y tres de ellos ya estaban camino de la calle. Se topó con el cuarto justo a la bajada de las escaleras. Allí le espetó: “¿Qué hacéis, qué queréis?”. Se enzarzaron en una pelea que pasó de la entrada de la casa a la calle. Allí se unieron los otros tres asaltantes. “Se liaron a puñetazos y patadas conmigo. Un golpe en el estómago me tiró al suelo. Ahí siguieron dándome patadas. Pensé que me moría, que no iba a volver a ver a mis hijos ni a mis padres”, relata Cuesta. “Sinceramente, creo que he resucitado porque creía que me mataban. Si no salen mis padres a ver qué pasa y con el ruido salen los vecinos, no sé qué hubiera sido de mí”.

    Javier nunca consiguió que le respondieran a la razón del asalto. Fue su sobrino el que le recordó la bandera. “¿Por qué si no en nuestra puerta, con lo vacía y larga que es la calle? Es la única que tiene algo diferente”, dice Cuesta que le dijo el sobrino. Tras la agresión, los amigos le recomendaron que fuera al hospital. Allí estuvo hasta pasadas las cuatro de la madrugada. Necesitaba que lo curaran y que le dieran un parte de lesiones. Y ahí consta: Politraumatismo y luxación del meñique derecho. A ello suma varias puertas rotas en su casa.

    El lunes, Javier Cuesta tuvo de volver a un centro de salud porque le aparecieron nuevos moratones y necesitaba un nuevo parte de lesiones. Con ello, el lunes por la tarde presentó una denuncia en el juzgado de guardia por un presunto delito de odio y agresión contra los asaltantes, que no han sido detenidos aún porque en la mañana del martes aún no había llegado la denuncia a la policía y no había comenzado, por tanto, ninguna investigación. Fuentes de la fiscalía, no obstante, explican a este periódico que, a partir del relato del denunciante, no hay un nexo directo entre la bandera y la agresión, por lo que, explican, “parece inicialmente un incidente de seguridad ciudadana absolutamente lamentable que será investigado bajo la supervisión del servicio de delitos de odio por si aparece dicho motivo de actuación”.

    El martes por la mañana, la bandera republicana de Javier Cuesta sigue en el balcón. Le acompaña ahora una bandera española porque, como dice el agredido medio en broma, “si juega España contra Rusia, yo voy con España porque soy español”.

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    Cinco vigilantes de seguridad, condenados por acosar a un compañero homosexual

    El tribunal les impone una pena de un año y medio de cárcel e indemnización de 44.275 euros por humillar en el trabajo a su compañero entre los años 2002 y 2003, mientras trabajaban en la estación de Sants en Barcelona.

    Agresiones homófobas en Barcelona. / EUROPA PRESS - Ricardo Rubio
    Agresiones homófobas en Barcelona. / EUROPA PRESS - Ricardo Rubio
    De acuerdo con la petición de la Fiscalía de Delitos de odio, que solicitaba penas de dos años y medio de prisión para los acusados, el Juzgado de Barcelona condena a año y medio de prisión y a indemnizar a la víctima con 30.000 euros por daños morales, a lo que le suma 14.275 euros por los días que permaneció de baja laboral a causa de los insultos homófobos.
    Según constata probado el juzgado, desde enero de 2002, cuando el denunciante entró a trabajar como vigilante de seguridad en la estación de Renfe de Sants, fue sometido a "constantes vejaciones consistentes en insultos, mofas y actos de ridiculización" por motivo de su orientación sexual, lo que acabó derivando en una situación de acoso laboral, en la que se le encargaban las tareas más penosas y se le intentaba perjudicar personalmente.
    El grupo de condenados se hacían llamar los "cabeza rapada" o "sin sangre", mientras que el grupo de trabajo al que pertenecía su compañero homosexual era denominado como "sin aceite", de forma despectiva.
    La víctima llegó a regresar a casa con el uniforme para evitar encontrarse con sus acosadores
    Para el juez, las conductas "insultantes y de menosprecio" con el denunciante eran continuadas en el vestíbulo de la estación de Sants, y especialmente en los vestuarios, lo que provocó "una situación de angustia" a la víctima, hasta el punto de que en más de una ocasión regresó a su casa con el uniforme para evitar encontrarse con sus acosadores.

    "Los maricones no pueden ser vigilantes"

    "En Sitges solo hay mariconas y deberían estar colgadas del cuello", "yo pego con porra y (el denunciante) con el bolso" o "los maricones no pueden ser vigilantes" son algunos de los comentarios vejatorios que dirigían los condenados a la víctima.
    Además, al denunciante se le aplicaron constantes cambios en el cuadrante de servicio y alteraciones de sus horarios laborales. Los superiores de la víctima eran conscientes del acoso pero no hicieron iniciaron medidas de ningún tipo para remediar su situación laboral, lo que motivó que estuviera de baja médica entre febrero y mayo de 2002 por un trastorno de ansiedad.
    Se reincorporó al servicio en la estación de Renfe de Sants pero, según la sentencia, continuaron las conductas vejatorias: los condenados le colocaban lazos y pañuelos de color rosa en su taquilla personal, así como dibujos de contenido obsceno, y le dirigían todo tipo de "comentarios despectivos".
    La víctima estuvo de baja por un transtorno de ansiedad 
    La situación de acoso laboral empeoró, añade el juez, pues el mismo jefe de servicios destinaba al denunciante a servicios de "castigo", como trabajar al descubierto bajo la lluvia o en las denominadas "estaciones muertas", sin apenas pasajeros.
    El mismo jefe de equipo no recogía el arma reglamentaria del vigilante al finalizar su servicio para provocar que perdiera el último tren de regreso a su casa de Sitges (Barcelona). El juez califica esta situación de "persecución laboral", añadiendo que se prolongó hasta junio de 2003.
    La víctima denunció entonces los hechos a la UGT, por lo que la empresa abrió una investigación que zanjó tras concluir que los hechos no habían quedado acreditados.
    Los superiores de la víctima eran conscientes del acoso pero no emprendieron acciones legales
    A raíz de una denuncia sindical a Inspección de Trabajo, la empresa de vigilancia fue sancionada con 12.000 euros por una infracción muy grave por vulneración de derechos, aunque fue posteriormente revocada por el juzgado.
    Mientras tanto, prosiguieron las amenazas, vejaciones y discriminaciones a la víctima, "consentidas plenamente por los superiores de la empresa", según la sentencia, lo que le causó una nueva baja médica entre agosto de 2003 y enero de 2004.
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    La educación especial apuesta por no correr riesgos y no avanzar la vuelta a los centros ante la falta de recursos

    “Hay niños con Síndrome de Down con cardiopatías, autistas que pueden ponerse nerviosos con las mascarillas y alumnos que necesitan un contacto estrecho con los profesores”

    Conoces todos los tipos de discapacidades que te puedes encontrar ...
    Cuando algunos territorios españoles ya han alcanzado la segunda fase de la desescalada y otros se encuentran a las puertas, ya se han dado a conocer las directrices a seguir para afrontar el regreso a las aulas cuando dicha fase se alcance, sin embargo aún quedan muchas incógnitas por resolver. Más allá de cómo se llevará a cabo el inicio del curso escolar el próximo mes de septiembre, que por ahora sigue sin concretarse, las escuelas de educación especial, que son en torno a cuatrocientas y suman un total de 37 mil alumnos en toda España, viven con preocupación y angustia la falta de medidas concretas respecto a cómo y cuándo deben reabrir sus puertas.
     En Cataluña, el Departamento de Educación se ha limitado a señalar al respecto que “la generalización en la fase 2 de la apertura de las escuelas de educación especial presenta muchas dificultades”, pese a lo cual “se está trabajando para elaborar un plan específico para estos centros y su alumnado, tanto para la realización de acciones concretas en este final de curso como para poder abrir este servicio de manera completa y plenamente adecuada en el curso 2020-21″. Y esta falta de definición se replica en la mayoría de Comunidades Autónomas, que son quienes tienen la última palabra a la hora de diseñar el plan de desescalada educativa dentro de las directrices establecidas por el Gobierno central.
    Esta falta de concreción preocupa enormemente al sector, que pide de forma generalizada que el regreso a las aulas no se produzca hasta el próximo mes de septiembre, cuando se entiende que la situación a nivel sanitario estará controlada y los centros habrán tenido tiempo para planificarse y reorganizar espacios y personal para afrontar con garantías de seguridad la vuelta a las aulas. “En los centros de educación especial existe mucha preocupación acerca de cómo proceder de cara a la reapertura de las actividades presenciales y si van a ser capaces de garantizar la seguridad del alumnado y el personal docente”, constata Julián Ruiz, presidente de la Asociación Nacional de Centros de Educación Especial, quien señala que “trabajamos con un colectivo que es especialmente vulnerable”. Por un lado, la mayoría de estos chicos presenta discapacidad asociada a otros problemas de salud, lo que les hace especialmente vulnerables al contagio, y por el otro, resulta extremadamente complicado que permanezcan con las mascarillas puestas y respeten la distancia social por sus propias peculiaridades, como pueden en algunos casos las dificultades de comprensión, la discapacidad sensorial, la conducta o el comportamiento, así como la alta dependencia de algunos de ellos. En este sentido, Ruiz pone de relieve que “si en el aula va a ser complicado que los chicos mantengan la distancia de seguridad, en el comedor, por ejemplo, va a ser más complicado aún, ya que algunos de ellos necesitan incluso ayuda para comer”.
    Al respecto, José María Escudero, presidente de la Plataforma Educación Inclusiva Sí, Especial También, recuerda que “hay muchos niños con Síndrome de Down que tienen cardiopatías asociadas, algunos chicos con autismo pueden ponerse muy nerviosos si sus profesores van con mascarilla, hay alumnos que necesitan un contacto muy directo con el personal docente…
    No vale la pena correr el riesgo
    Por todo ello, la mayoría de centros de educación especial no están a favor de adelantar la atención presencial, pese a que, como asegura Julián Ruiz, “los profesores y colegios están deseando volver y atender de forma presencial a sus alumnos, pero no se entiende correr el riesgo de abrir antes de tiempo para atenderles solo unos días antes de que finalice el curso sin garantizar su seguridad”. Por su parte Escudero admite que “trabajar con niños con discapacidad intelectual a distancia es complicado” y asume que “probablemente el estar casi seis meses sin clases presenciales de estimulación, logopedia y demás puede repercutir en la mayoría de niños, que quizá vayan a sufrir un estancamiento o incluso un retroceso, pero las familias están preocupadas por un posible regreso a las aulas, porque lo más importante para ellos es la salud de sus hijos”. Por su parte, Ruiz constata que “los centros están procurando que ese estancamiento o retroceso no tenga lugar y llevar a cabo las clases de forma telemática está representando un gran esfuerzo para todo el personal docente” pero, pese a que todos son conscientes de que “lo ideal es que los chicos vuelvan al colegio cuanto antes”, aún así “son de la opinión que lo mejor es retrasar el retorno a las aulas hasta septiembre, puesto que entonces habrá un mayor control de la situación sanitaria y los centros habrán tenido más tiempo de organizarse y poner en marcha los protocolos establecidos por las autoridades competentes”.
     En este sentido, Lucía Gutiérrez, directora del colegio de educación especial Virgen de Lourdes de Majadahonda, admite que están viviendo estos días de incertidumbre e indefinición con mucha “inquietud y preocupación” ya que si bien “el deseo es el de volver a las clases presenciales, porque sabemos que a distancia no damos el 100%”, “se ha hecho un esfuerzo increíble para llegar a todos los niños a través de la educación on line, incluso con clases virtuales de logopedia, fisioterapia o educación física, y nos da miedo que todo eso se rompa por solo tres semanas” de atención presencial en el centro. Gutiérrez reconoce que para sus alumnos “la escolarización tiene un componente emocional, más allá del puramente académico, ya que es en el centro donde ellos establecen sus relaciones sociales de igual a igual y en muy pocas ocasiones tienen la posibilidad de establecer ese tipo de relación fuera del entorno escolar”, y además asume que es posible que “los chicos van a salir de todo esto un poco lastimados, como el resto de niños en edad escolar”, pero confía en que “con un poco de esfuerzo extra podrán volver a estar a punto” con cierta rapidez. En cualquier caso, señala que “nos preocupa interrumpir este esfuerzo que familias, alumnos y profesores hemos hecho estos meses para mantener la educación a distancia y más por cuanto, de forma presencial, no vamos a poder darles lo que necesitan”.
    Su colega Marta Campuzano, directora de la Escuela Moragas de educación especial de Barcelona, señala que “aunque en nuestros centros hay chicos con rangos de discapacidad muy diferentes, nuestros alumnos necesitan pautas, rutinas y un trabajo muy especializado que en casa no se les puede darLos padres no pueden sustituir a la escuela, que necesita cercanía para poder trabajar con ellos”. “Es posible que se pierda algo en lo que se refiere al aprendizaje con la educación a distancia, pero lo que es realmente importante es lo que se refiere a la pérdida de rutinas y también preocupa el tema de la sociabilización, que es vital y sin poder venir al centro, la están perdiendo”. “Hay casos complicados, con problemas de conducta, agresividad… que se están acentuando ante la falta de rutinas y pautas de los profesionales, de manera que la vuelta será con toda probabilidad un reto profesional”. Campuzano asegura que los profesionales del centro estos días “sienten mucha impotencia por no poder ayudar más a las familias de los alumnos y no poder hacer su trabajo, lo cual crea mucha frustración”, pero pese a todo, admite que “da miedo esta precipitación de regresar a las aulas en unas semanas, sin tenerlo todo atado” y más aún porque sería “solo para hacer dos o tres semanas de educación presencial antes de que acabe el curso y encima en horario reducido”. “No vale la pena”.
     La única solución sería doblar personal
    Además, tal y como apunta Gutiérrez, existe preocupación en el sector por el hecho de reabrir en unas semanas “sabiendo que no podremos atender de forma presencial a todos nuestros alumnos”, ya que ello les “obligará a elegir a cuáles sí y a cuáles no”. También destaca que “a estos niños hay que atenderles hasta el último día de clase y si un profesor no está de forma presencial en el colegio no va a poder atender a aquellos que desde su casa deban seguir con la educación virtual”. La única solución a esta situación sería doblar el personal y eso, al margen de la importante inversión económica que requiere, supone también un perjuicio para estos niños, para los que “es muy difícil cambiar constantemente de profesor”, apunta.
    Equivalencia injustificada
    La directora del colegio Virgen de Lourdes, además, se muestra disconforme con la relación que establece el Gobierno en sus directrices en torno a la desescalada entre las escuelas de educación especial y las escuelas infantiles, a las cuales equipara a la hora de establecer las medidas para regular el retorno a las aulas. “No sé por qué nos han metido en el mismo saco. Nosotros no somos un servicio asistencial y si están planificando nuestro regreso a la actividad por motivos asistenciales, entonces están sacrificando nuestra función educativa”, pone de relieve Guitérrez. En la misma línea, Escudero lamenta que “se haya comparado a los niños de 0 a 6 años con los alumnos de educación especial”, y en este sentido considera que “si se abren los colegios ha de ser para recuperar la normalidad educativa, no para aparcar allí a los niños”. Por último, Ruiz, también muestra su extrañeza por el hecho de que “las medidas promovidas por el Gobierno equiparen a los colegios de educación infantil y los de educación especial” ya que estos últimos “no son un servicio asistencial, como los de los niños de 0 a 6 años”. “Los centros de educación especial son un servicio educativo y sus alumnos no están allí porque necesiten asistencia, sino para recibir educación”, una opinión que comparte José María Escudero, quien además considera que “si se abren los colegios debe ser para regresar a la normalidad educativa, no para aparcar allí a los niños”
    En cualquier caso parece haber unanimidad entre familias y centros: lo más conveniente en la situación actual y dadas las particularidades del alumnado de educación especial es aplazar la apertura de los centros hasta el mes de septiembre, cuando se podrán retomar las clases con mayor seguridad, planificación, control y garantías. Además, comenta Marta Campuzano, “tenemos constancia de que muy pocas familias optarían por traer a sus hijos al centro antes de final de curso. “De hecho, en la Escola Moragas tenemos en torno a cuarenta alumnos y creo que solo vendrían unos cinco o diez”, indica su directora.
    Dincat lamenta “falta de claridad y compromiso de la Generalitat”
    Dincat, que aúna a 60 centros de educación especial de toda Cataluña, denuncia “la falta de claridad, compromiso y colaboración del Gobierno de la Generalitat con el colectivo que engloba a las escuelas de educación especial y los familiares de los alumnos con necesidades especiales”. Por un lado, el sector reclama a la administración que empiece a definir un plan específico y concreto de retorno a las aulas para las escuelas de educación especial y, en el caso en que éste establezca un aplazamiento de la recuperación de la actividad en estos centros, Dincat exige que se planteen alternativas de apoyo adecuadas para los alumnos y familiares hasta que se pueda retomar el curso con normalidad. Además, por otro lado, el sector considera que durante el proceso de definición de las medidas a tomar para encarar la reincorporación de este colectivo a las rutinas escolares, no se han tenido en cuenta las necesidades y características específicas de estos alumnos ni se ha escuchado al sector.
    A modo de ejemplo, Dincat subraya que el Departamento de Educación y el Consorcio de Educación de Barcelona han decidido anular de cara al próximo curso la posibilidad de realizar escuela compartida, una modalidad que permite a un alumno asistir de forma alternativa a una escuela ordinaria y a una escuela de educación especial, y que es una de las principales herramientas de inclusión del alumnado con discapacidad intelectual. Dincat no cuestiona la decisión, ya que entiende que responde a medidas de prevención sanitaria, pero “lamenta profundamente que se haya tomado sin establecer alternativas ni tener en cuenta las necesidades de las escuelas, los alumnos y sus familias”. Y a ello se une además que, pese a que el pasado 18 de mayo representantes de Dincat se reunieron con el Departamento de Educación, la decisión les ha cogido completamente por sorpresa, puesto que entonces se les aseguró que dicha medida aún se estaba trabajando con un grupo de expertos de cara a la reapertura de los centros en septiembre.
    Fuente y más educación aquí