Confilegal.- Torre Pacheco
vive días convulsos. La localidad murciana ha sido escenario de una
grave escalada de violencia entre jóvenes de origen magrebí y grupos ultras
llegados desde distintos puntos del país.
En este contexto, Esteban
Ibarra —presidente del Movimiento contra la Intolerancia, uno de los
mayores expertos sobre esta temática— ha alzado la voz con una advertencia
rotunda: “El Estado de Derecho no puede perder el control sobre la
violencia en Torre Pacheco ni en ningún otro lugar de España», en
clara referencia a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
La solución: firmeza
institucional y responsabilidad política
En declaraciones a Confilegal, Esteban
Ibarra aboga por una respuesta clara y firme del Estado de Derecho.
Insiste en que el único camino posible es el de la neutralización
simultánea de ambas violencias, tanto la de origen delincuencial como la de
carácter racista.
Reclama actuaciones judiciales,
detenciones y un despliegue efectivo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado para desactivar los focos de conflicto.
“Si la Guardia Civil toma el
control y se producen detenciones en ambos bandos, esto se puede acabar esta
misma noche. Pero tiene que haber neutralización real de los
contendientes”, afirma con contundencia.
Además, exige responsabilidad a
todos los partidos políticos, reclamando que no instrumentalicen este
tipo de conflictos con fines partidistas, ni desde la derecha ni desde la
izquierda.
“No se puede usar esto para
agitar el miedo a la inmigración, como hace Vox, ni para proyectar una lucha
simbólica contra un supuesto racismo estructural ignorando la realidad
delictiva, como hacen otros. Lo primero es la seguridad, lo segundo es la
política”, sostiene.
Ibarra avisa, además, que este
conflicto podría repetirse en cualquier otro punto del país si no se corrigen
errores estructurales: políticas migratorias mal gestionadas, falta de
integración real, ausencia de prevención del racismo y permisividad con las
entradas irregulares.
Solo con una respuesta integral
—desde Interior, Inclusión, Justicia y Educación— podrá desactivarse el peligro
que, a su juicio, amenaza con convertir a más barrios en polvorines.
Un conflicto con múltiples
frentes
El presidente del Movimiento
contra la Intolerancia detalla las causas que, a su juicio, han alimentado este
conflicto, señalando un conjunto de factores sociales, migratorios y políticos
que han confluido en un estallido de tensión.
Según sus palabras, el
problema no está en la inmigración como tal, sino en la aparición
de grupos de jóvenes delincuentes, principalmente marroquíes, que
protagonizan robos, agresiones y altercados que generan un clima de inseguridad
real en barrios concretos.
“Los vecinos de Torre Pacheco no
tienen ningún problema con los inmigrantes africanos, hindúes, pakistaníes o
latinoamericanos. El problema específico está con algunos jóvenes marroquíes
que han venido a delinquir”, explica.
El 30 % de la población de Torre
Pacheco, que cuenta con 40.000 habitantes, 12.000, son inmigrantes.
Esa percepción vecinal ha sido el
detonante de una protesta convocada por el propio alcalde para denunciar la
delincuencia.
Sin embargo, la manifestación fue
aprovechada por grupos ultras, muchos de ellos organizados y llegados
de fuera, que usaron el descontento ciudadano para alimentar el
enfrentamiento.
Con gritos de “¡A por ellos!”,
arrastraron a jóvenes locales, provocando un choque directo con grupos de
jóvenes marroquíes que también se organizaron a través de redes sociales para
responder.
Ambos bandos, según Ibarra, actúan
con un nivel preocupante de organización. Desde los ultras pertrechados con
palos, bates y armas blancas, hasta jóvenes marroquíes que llegan en tren o en
coche desde otros municipios.
Se citan, se agrupan y chocan en
un escenario que el activista compara con la guerrilla urbana, en
la que incluso se han documentado incendios, barricadas y despliegues tácticos.
“Esto no es espontáneo. Tienen
móviles, saben coordinarse, se citan por redes y actúan como comandos. La
violencia se ha sofisticado y no es patrimonio exclusivo de un grupo”,
advierte
Críticas al enfoque polarizador
de la izquierda
Uno de los aspectos más
controvertidos que Ibarra denuncia es la lectura sesgada que parte de
la izquierda está haciendo del conflicto, al reducirlo únicamente a un
fenómeno de violencia racista.
Aunque reconoce sin ambages que
existe una parte de la violencia que sí tiene motivaciones racistas y
debe ser perseguida como delito de odio, también señala que ignorar
la delincuencia de algunos jóvenes inmigrantes o generalizar a toda la
población española como racista es igual de irresponsable.
«No se puede estigmatizar a
todos los inmigrantes, como tampoco se puede decir que todos los españoles son
racistas. Hay racistas como hay delincuentes, ni más ni menos”, puntualiza.
Ibarra considera “insensato” el
discurso que tacha la situación de “terrorismo racista” sin atender al conjunto
de los hechos. De hecho, denuncia que ciertos sectores de la izquierda alimentan
el conflicto civil con un discurso maximalista, que eleva lo ocurrido a un
nivel simbólico de lucha antirracista abstracta, sin atender a la realidad
concreta de inseguridad que muchos vecinos llevan tiempo denunciando.
“Eso de hablar de terrorismo
racista o de exterminio es una barbaridad. No hay tal. Son mensajes que
alimentan el conflicto civil. No ayudan a resolverlo, lo agravan”, sentencia.

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