El diccionario de la lengua española incorporó este
miércoles 3.345 novedades y modificaciones, entre ellas «posverdad»,
«chusmear», «mariposear», «pasada», «buenismo» y «postureo». Revisa también la
acepción de «sexo débil»
Aporofobia -que no aporafobia-: odio a los pobres; miedo,
repugnancia u hostilidad ante el que no tiene recursos, ante el desamparado.
El pasado julio, cinco sintecho vinculados a la oenegé
Arrels pusieron en marcha una campaña en Internet para que la RAE considerase
la incorporación de la palabra aporofobia en su diccionario. Josep, Manuel,
Davide, Joan y Antonio, que desde el 2010 batallan en Twitter para dar
visibilidad a un colectivo no solo invisible, también repudiado, interpelaron a
la institución cultural a través de la cuenta que gestionan colectivamente
(@Placido_Mo), instando a los académicos a incluir en su glosario un término
con 20 años ya de uso.
«Es un término de formación correcta, pero no lo recoge el
diccionario de momento por su escasa presencia en textos», respondió
educadamente la RAE. Pero acabaron haciéndoles caso. Su última revisión, que se
hace efectiva este miércoles, incluye ya la propuesta.
No es la única, solo una de las 3.345 novedades -nuevas
palabras, acepciones- y enmiendas -matizaciones en las definiciones- del
diccionario de la real academia de la lengua española aprobadas por el pleno de
esta institución la semana pasada. Desde ahora, nuestro repertorio lingüístico
oficial recogerá neologismos como posverdad -«distorsión deliberada de una
realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión
pública y en actitudes sociales»- o nuevas acepciones de términos, como el
matiz despectivo y discriminatorio de la expresión sexo débil.
Otras nuevas incorporaciones son: acoso escolar, hummus,
buenismo («actitud de quien ante los conflictos rebaja su gravedad, cede con
benevolencia o actúa con excesiva tolerancia»), cliquear («hacer clic, pulsar
el botón del ratón informático, preferible a la palabra pinchar») y cliqueo,
nota(«persona a la que le gusta llamar la atención o que tiene un
comportamiento inconveniente»), saga, amusia («incapacidad de reconocer o
reproducir tonos o ritmos musicales»), pasada («algo exagerado, extraordinario
o fuera de lo normal»), chusmear («hablar con indiscreción o malicia de alguien
o de sus asuntos»), audiolibro, vallenato, ataché (maletín para llevar
documentos), pinqui («prenda femenina que cubre la planta, el talón y los dedos
del pie y que se pone para proteger este del calzado») postureo («actitud artificiosa
e impostada que se adopta por conveniencia o presunción»), bocas («bocazas») o
mariposear (andar o vagar de un lugar a otro cambiando de objeto de interés o
sin propósito establecido).
El «sexo débil» es «despectivo»
Hasta este mes, aquel que echase mano del diccionario para
consultar sus dudas sobre la palabra sexo, no solo se encontraba acepciones
como «condición orgánica, masculina o femenina, de los animales y las plantas»;
«conjunto de seres pertenecientes a un mismo sexo»; «órganos sexuales»; o
«actividad sexual»; sino también con un apunte sobre las expresiones «sexo
débil» y «sexo fuerte». «Conjunto de las mujeres», indicaba la RAE para definir
la primera. La descripción, calificada como micromachismo por buena parte de
los usuarios de este servicio, ha sido matizada este diciembre. La academia de
la lengua especifica ya que «sexo débil» se utiliza «con intención despectiva o
discriminatoria». «Jamás tendremos un diccionario políticamente correcto», ya
que sería «destruirlo», recalca Darío Villanueva, director de la RAE, que
explica que están trabajando en que sea el «más igualitario» hasta la fecha.
El diccionario ha revisado también la denominación de
oficios como jueza, que se recogía hasta ahora como «mujer de juez», o embajadora,
como «mujer de embajador», y ha incluido la adición de la forma acoso escolar,
que se define como «el acoso en centros de enseñanzas que uno o varios alumnos
ejercen sobre otro con el fin de denigrarlo y vejarlo ante los demás».
Hay también bajas en la biblia de la RAE. Algunas palabras
obsoletas han desaparecido del diccionario, de tal forma que 20 vocablos en
desuso han sido suprimidos de la versión digital. Un ejemplo: inceptor.
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