viernes, 14 de febrero de 2020

Habla la discapacitada a la que vejó un conductor expedientado: "Me dijo que mi madre no debería haberme tenido"

"Vosotros no deberíais entrar al bus", "vuestros padres son unos irresponsables", "la gente como vosotros no debería existir"... Cuando Catalina Palomar se subió al autobús, no pensó que fuese a terminar recibiendo semejantes improperios.

Catalina, en una parada. ÁNGEL NAVARRETE

Éste no era ni el primer ni el segundo incidente que sufría al subirse a un autobús. Catalina, que se mueve en una scooter eléctrica debido a una lesión cerebral, está acostumbrada a las miradas reprobatorias y a los malos modos de los conductores. Pero nunca habían llegado a insultarla e increparla de esa manera.

Eran las 15.25 horas del pasado 6 de febrero, cuando esta joven de 24 años se disponía a coger el autobús 1658 de la empresa La Veloz, que cubre la línea desde Conde de Casal hasta Rivas Vaciamadrid.

"Me puso la rampa con malos modos y se negó a colocarme en el espacio reservado para personas con movilidad reducida. Cuando me estaba colocando, arrancó y casi me caigo. La gente se empezó a quejar", explica esta joven en conversación telefónica con EL MUNDO.

Catalina se puso los cascos con música, pero los pasajeros la avisaron de que el conductor la estaba insultando. "Me dijo que la gente como yo no debería existir, que mi madre no debería haberme tenido y que somos peligrosos", declara indignada.

Cuando a la joven se le saltaron las lágrimas, fue objeto de burla por parte del conductor: "Me eché a llorar y me soltó que era una niñata y que no tenía por qué llorar", asegura.

Los demás pasajeros intentaron que el conductor frenara su conducta, pero éste hizo oídos sordos. Es más, dejó a la chica en la calle Saramago, esquina Pablo Iglesias, tres paradas antes de lo que le correspondía. El chófer aludió a que no podía parar ahí porque siempre hay muchos coches aparcados donde está el lugar para bajar la rampa.

Para terminar, el chófer volvió a repetir que no debería llorar porque le ponía nervioso a él y a todo el autobús y lanzó un escupitajo a Catalina.

Una vez en tierra, la joven, con problemas de orientación, encontró dificultades para llegar a su casa, por lo que tres pasajeros la tuvieron que acompañar para que llegase a su destino.

La Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (FAMMA) ha denunciado el caso ante la empresa Veloz y ante el Consorcio Regional de Transportes y el conductor ha sido apartado de forma cautelar por parte de la empresa concesionaria.

POSIBLE DELITO DE ODIO

La Federación también ha pedido que se activen protocolos para "evitar situaciones tan deleznables como la descrita". "De lo contrario nos veremos obligados a adoptar las medidas legales que se estimen oportunas contra el trabajador y la empresa. Al primero por un posible delito de odio y a la empresa por su inacción, derivando de la misma, en un acto de discriminación por discapacidad", argumenta en la denuncia la Federación.

"Nos preocupa sobremanera la situación que se produce todos los días en los autobuses con las personas discapacitadas. Pedimos medidas contundentes y disciplinarias para que este incidente no se vuelva a repetir", asevera Javier Font, presidente de la asociación.

Cuando una persona en silla de ruedas llega a un autobús, el conductor se tiene que bajar a poner la rampa, un proceso que lleva unos 8 minutos, aunque depende de la destreza del chófer.

Catalina afirma que ha denunciado el caso porque está harta de que los conductores pongan mala cara a las personas que van en silla de ruedas o que les cuenten excusas de que la rampa está estropeada. "Lo único que pido a los conductores es respeto y empatía", concluye.

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