Resulta una obviedad constatar que en Cataluña se producen de manera continuada numerosos actos de intolerancia, mensajes de odio por diversos medios e incidentes relacionados con la violencia política, como así evidencian los Informes del Observatorio Cívico sobre Violencia Política en Cataluña, apoyado por las ONG de derechos humanos Impulso Ciudadano y Movimiento contra la Intolerancia. También los Informes relativos a los Delitos de Odio en Cataluña del Ministerio del Interior, lo confirman. Igualmente, el Observatorio de Derechos Civiles y Políticos de la Generalitat y el Informe Raxen de Movimiento contra la Intolerancia, lo recogen y suman otros incidentes relativos a manifestaciones racistas, xenófobas y demás conductas de intolerancia asociada. Son hechos registrados, reconocidos y muchos de ellos con procedimientos judiciales y sentencias. Hablamos de una realidad empírica.
Sin embargo se puede comprobar que se
realizan y difunden discursos, comentarios periodísticos y mensajes mediáticos
sobre la interpretación de estos hechos y conductas por motivos ideológico-
políticos que generan gran confusión, dado que se sitúan bien banalizando estos
problemas, distorsionando la comprensión de su realidad, ignorando la gravedad
de los mismos y minimizándolos, o cuando no, impulsando la desinformación, la
mentira, la distorsión de la realidad y de la memoria, o el ocultamiento sin
más de la verdad, e incluso confundiendo términos de calificación que legitiman
hechos graves en función de intereses de parte. Si no se practica un compromiso
honesto con la verdad objetiva y cierta unidad lexicológica interpretativa para
la identificación de los problemas, nos veremos abocados a un agravamiento de
los conflictos por la desorientación social y política que producen, así como a
graves distorsiones ético-cívicas.
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