La violencia contra la mujer
transciende fronteras, no conoce su inexistencia en cualquier parte del mundo
y la lucha contra esta barbarie es la causa más justa de la humanidad que
nunca debe permanecer en el olvido o silencio.
Este Día Internacional
del 8 de marzo recuerda a las 129 obreras textiles de
la fábrica Cotton de Nueva York, valientes mujeres que fallecieron en 1857 a
consecuencia de un incendio mientras hacían huelga para mejorar sus condiciones
laborales.
Mujeres que abrieron un nuevo
camino, junto a Clara Zetkin, mujer judía y líder del feminismo,
convirtiendo el 8 de marzo en un día para todas las mujeres del mundo, sin
distinción de procedencia, raza, religión, orientación sexual o condición
humana.
OLVIDO INSOLIDARIO
Pero este 8 de marzo del 2024 en
España, en la lucha imprescindible por la liberación, la igualdad y
contra la violencia hacia la mujer, hubo un imperdonable olvido
insolidario.
Ni una palabra se dijo
por el feminismo “oficial”, de las instituciones y organizaciones, hacia
las cientos de mujeres israelíes, judías y no judías, que fueron asesinadas,
mutiladas, violadas y secuestradas el pasado 7 de octubre del 2023.
La violencia del 7 de octubre fue
hacia muchas personas, con 1200 asesinados y más de 6,000 heridos, y cientos de
miles asediados por los 5500 cohetes que en un par de días lanzó Hamas junto a
3.000 terroristas que atacaron por tierra, mar y aire, cometiendo un
crimen de lesa humanidad.
Un crimen organizado mediante una
acción súbita, sorpresiva, generalizada y provocadora contra la población
en Israel que buscaba el mayor impacto de dolor
y conmoción y que rompía un escenario donde no había guerra para
de manera sádica y brutal declararla.
UNA GUERRA QUE NADIE QUERÍA,
SALVO HAMÁS
Una guerra que nadie quería salvo
Hamas, organización cuya Carta Fundacional tiene objetivos genocidas y cuyas
acciones han venido apuntando en esa dirección desde su creación.
Pero en ese contexto de masacre
hubo una violencia específica terrorista, misógina y antisemita,
destinada a hacer el máximo daño posible y dirigida especialmente hacia
las mujeres, se cebó en el Festival Musical por la Paz que se celebraba en ese
día y contra los “kibutzim”, micro-comunas famIliares que albergan lo mejor del
pacifismo en Israel.
Fue una masacre sádica,
misógina y antisemita que mantiene su desafío con el secuestro de 19
mujeres y niñas que Hamas aún mantiene como rehenes en Gaza.
Se perpetró uno de los peores
crímenes sexuales en la historia moderna de la humanidad. Y todos deberían
de estar de acuerdo en denunciar la violencia misógina y brutal contra las
mujeres cometida durante la masacre terrorista antisemita de Hamas con
independencia de la posición que cada cual adopte en el conflicto
Israel-Palestina.
DOS CARTAS FRENTE A QUIENES GUARDARON
SILENCIO, NO CONDENARON O NO RECORDARON
“Mi deber es hablar, no quiero
ser cómplice”, escribió Emile Zola, hace mas de un siglo en el
diario republicano francés L’Aurore, en su carta por el caso de
antisemitismo contra Dreyfus, un acto de valentía del que surgió la
figura del intelectual comprometido.
Ahora, dos Cartas suscritas por
mujeres, una de organizaciones diversas dirigida al movimiento feminista
y otra de 500 mujeres judías dirigida a la Ministra de Igualdad, evocan a
Zola, acusan a quienes guardaron silencio y no condenaron.
Les pidieron solidaridad y
memoria para las mujeres israelíes, y no lo consiguieron.
La primera Carta de más de 40
organizaciones, titulada “Un 8 de Marzo en retroceso”,
inicia una campaña de solidaridad con las mujeres víctimas de la citada
atrocidad perpetrada por Hamas. Significaba la quiebra ética que supone este
silencio y desmemoria reciente, sumida bajo cálculos políticos.
Y señalaba: “Además del dolor de
la barbarie en sí, duele y enoja enormemente el silencio de las
organizaciones feministas ante estos hechos. Silencio premeditado que va
desde las organizaciones internacionales como United Nations Women (ONU
Mujeres), la ONU o la Cruz Roja, hasta el de los gobiernos y personas en
posiciones de poder y liderazgo social y, lo que crea más dolor y extrañeza de
los colectivos feministas, que lejos de defender los derechos de todas
mujeres, han decidido callar y convertirse en feministas selectivas”.
También hablaron del silencio
mediático al que añaden desinformación sobre estos
hechos que recientemente acaba de reconocer el equipo de la ONU de la
representante especial sobre violencia sexual en conflictos, Pramila
Patten, obteniendo en su visita de 17 días a Israel información clara
y convincente sobre el sufrimiento por distintas formas de violencia sexual.
En su carta-denuncia las
organizaciones denunciaron: “Callaron también la mayoría de los medios
de comunicación, muchos dedicados a tratar temas de mujeres que, por no
perder seguidores o entrar en conflicto, han decidido NO levantar la
voz ante lo injustificable. Un silencio ensordecedor en el que la violencia
sexual no se señala, porque ha sucedido en y contra Israel.”
No hay contexto que valga para
excusarlo y el testimonio de toda mujer debe ser tenido en cuenta y ser
valorado sin dejarse arrastrar por los prejuicios, como afirman las
organizaciones de la Carta, sin dudar de los testimonios de las mujeres violadas
y torturadas, de las evidencias de los forenses que recogieron en los cuerpos o
de las partes que sobraban de los cuerpos desmembrados pese a verlo en los
videos de mujeres secuestradas, “con los pantalones chorreando de sangre,
los vídeos de mujeres con cuerpos desmembrados, violadas, arrastradas por las
calles para que los palestinos las vieran y escupieran mientras eran llevadas
como trofeos de guerra”.
Sin olvidar a las
mujeres secuestradas que llevan más de cinco meses ante lo
que feminismo “oficial” guardó silencio pese a seguir “siendo
violadas en cautiverio, sin olvidar a los hombres secuestrados, que también
están sufriendo violaciones”.
La Carta suscrita por las
mujeres de organizaciones humanistas, concluía: “Nadie en Israel
deseaba esta guerra que, como todas, solo causa sufrimientos terribles
a todas las partes en conflicto. No podemos ni queremos menospreciar el
dolor de los ciudadanos gazatíes pero no debemos olvidar que fue Hamas quien
inició el conflicto armado, ese fatídico 7 de octubre, para después
escudarse cobardemente detrás de su propia población civil, a la que toma como
escudo humano”.
ARTA A LA MINISTRA DE IGUALDAD
DE 500 MUJERES JUDÍAS
Días después, 500 mujeres
judías difundían una Carta abierta dirigida a la Ministra de
Igualdad del Gobierno de España, Ana Redondo, y a las
asociaciones de mujeres; a organizaciones feministas y hombres justos (sic).
En esta Carta abierta se, incluía
alguna fotografía que evidencia que las “mujeres israelíes
fueron brutalmente violadas, sus genitales mutilados con clavos antes de
recibir un tiro final en la cabeza. Sus pechos fueron cortados y llevados
de trofeo a Gaza donde la población civil recibió a los terroristas con clamor
y alegría”.
Las mujeres judías en la Carta a
la Ministra, recordaban lo que parece haberse olvidado: “Seguramente habréis
visto por los medios de comunicación el cuerpo desnudo y sin vida de Shani
Louk, 22 años, tirada en la parte trasera de un 4×4 como muñeca de
trapo, y escupida por los habitantes de Gaza, hasta por jóvenes adolescentes.
Luego fue confirmado que la decapitaron. (…) Naamá Levy, 19
años, activista por la paz, y cuya última noticia que tenemos de ella es un
vídeo dónde se ve que un terrorista de Hamas la saca de un maletero y ella está
con sus pantalones ensangrentados en la entrepierna. Tenemos aun a 134
secuestrados israelíes en Gaza, cuyas mujeres siguen siendo violadas y
maltratadas, algunas siendo muy jóvenes como Karina Ariev, Liri
Albag, Agam Berger o Daniela Gilboa, todas de 18-19 años con riesgo de
que ya estén embarazadas de sus violadores”.
En la Carta reprochan que ante
la gravedad de los hechos, el silencio era inadmisible e indignante y
que “no habían visto por parte del Gobierno español, especialmente de las
ministras, ningún mensaje específico de apoyo a estas mujeres, que son tan
féminas como la que más. No se ha alzado la voz de ninguna organización
feminista manifestando la repulsa por lo sucedido, ni un solo mensaje de
condena a los agresores, ninguna señal de apoyo para ellas y sus hijos,
víctimas de violencia vicaria, ningún signo de piedad, sólo silencio. ¿Por qué?
¿Acaso las mujeres israelíes no cuentan como mujeres? ¿No se supone que la
lucha para los derechos de la mujer es para TODAS?».
EL OSTRACISMO, SILENCIO,
DESMEMORIA, O INDIFERENCIA HACIA LAS MUJERES ISRAELÍES ES INMORAL
Las mujeres masacradas en Israel, sean judías o no,
sufrieron un sadismo criminal no conocido en la historia moderna, y resulta
moralmente indecente que, por motivos político-ideológicos, existan
gentes que quieren enviar a las víctimas al ostracismo.
O sea odio misógino, antisemita y
revictimización generalizada sostenida por la condena a la desmemoria y
silencio insolidario; un recuerdo que nadie podrá borrar por los hechos
acaecidos, como nadie pudo borrar, aunque lo intentaron, la memoria del
Holocausto.
Hay que insistir que las
violaciones y en muchos casos, durante la misma o con posterioridad, mutiladas
y asesinadas, no solo es un arma sino la expresión de la guerra de Hamas.
Se busca humillar
y destruir a la mujer, también a los familiares conscientes
de la agresión y al conjunto de la sociedad a la que envían un brutal mensaje
porque han sido públicas, realizadas en grupo y difundidas masivamente.
La violación no es
resistencia. La violación no es una lucha por la libertad. Es un crimen de odio
misógino brutal y no digamos los asesinatos que lo acompañaron. La
causa feminista en profundamente contraria a Hamas.
El silencio en la no
respuesta específica a estas atrocidades del 7 de octubre es inaceptable y en
si mismo ha de ser interpretado como una conducta antisemita. La
verdadera solidaridad feminista trasciende la política, la nacionalidad,
la religión o cualquier otra condición humana.
No hay nada feminista en
glorificar a los terroristas que cometen actos atroces contra las mujeres y
debemos unirnos para condenar tal barbarie. No permitamos que el odio silencie
nuestra humanidad.
Todos debemos recordar y
estar junto a las víctimas, y no se nos olvidará el indignante silencio de
quienes no lo denunciaron, de quienes lo minimizaron porque con esa
conducta justificaron o banalizaron el dolor irreparable de las víctimas y
facilitaron el camino a quienes intentan sepultar su memoria buscando
hacernos perder nuestra humanidad.
Hemos escuchado la
indiferencia ruidosa porque solo concierne a judíos o
porque es una cuestión de Israel, lo que nos recuerda el poema del pastor
protestante Martin Niemoller, erróneamente atribuido a Bertol
Brecht, que expresó aquello de “primero vinieron (…) cuando vinieron a
llevarse a los judíos, no protesté, ya que no era judío, cuando vinieron a
buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”.
No hace falta ser judío para
luchar contra el antisemitismo, ni mujer para luchar contra la misoginia y
el machismo, ni negro para combatir el racismo, ni homosexual para combatir la
homofobia.
Solo hace falta defender la
dignidad humana y sus derechos inalienables derivados de su valor como
persona.
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