La normalización de la violencia de género
entre las nuevas generaciones es un fenómeno que preocupa cada vez más.
Simplemente un dato para ilustrar: el 33% de los jóvenes de entre 15 y
29 años (es decir, uno de cada tres), considera inevitable o aceptable
en algunas circunstancias controlar los horarios de sus parejas, impedir
que vean a sus familias o amigos o decirles qué pueden o no hacer. Este
dato del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) evidencia que los
menores son menos críticos que los adultos con las actitudes de
control. Además, es un fenómeno que se da en adolescentes de ambos
sexos, ya que el 32% de las chicas
de esas edades tolera estos comportamientos (frente al 29% de la
población femenina en general), y un 34% de los chicos (frente al 30% de
los hombres).
Por otra parte, son claros en su rechazo a las agresiones físicas.
Pero para ellos el maltrato está relacionado únicamente con los golpes y
no lo identifican con el control, que también es violencia de género.
Su dificultad para identificarla es aún mayor si se produce en un
entorno tan natural para ellos como es el digital, a través las redes
sociales o de los servicios de mensajería instantánea, y les cuesta, por
tanto, otorgar al llamado cibercontrol la gravedad que realmente tiene.
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