La solidaridad nunca falta en la oficina de Red Íncola, ONG de ayuda a
inmigrantes y colectivos desfavorecidos de la ciudad, y sus voluntarios no
dejan de ofrecer un café a quien se acerque a visitarlos. Es el mismo café que
reparten gratuitamente a los sin hogar a través del programa de acercamiento
'Café solidario', programa cuyo sostenimiento ha pasado a depender de las
congregaciones durante los últimos meses. El motivo: la brutal caída de la
financiación pública y el aumento creciente de los necesitados, que sufren las
consecuencias de los recortes en ayudas sociales.
Lo cierto es que los datos de estos últimos meses señalan unas previsiones
terribles. Para empezar, los fondos públicos, nada menos que el 54% de la financiación
de la red, no están garantizados. A día de hoy aún no ha salido ninguna
convocatoria desde la Gerencia de Servicios Sociales o EcyL, mientras que hace
un año ya estaban resueltas. La Junta ha publicado las bases para la
subvención, si bien advierte de que este año la cantidad va a verse
considerablemente disminuida.
Tampoco se aseguran las ayudas privadas que hasta ahora concedían las Cajas
de Ahorro a través de la Obra Social. Y es que, según admite resignado José
María Lucas, gerente de Red Íncola, «no están las Cajas como para tirar
cohetes». La caída de estos fondos, públicos y privados, supone la pérdida de
las dos terceras partes del presupuesto que hasta ahora sostiene la ONG.
Al tiempo que van cayendo las expectativas para la fundación, el número de
inmigrantes desfavorecidos que se pone a la cola va en aumento. Aunque es
cierto que algunos han regresado a sus países, a muchos otros se les acaban las
ayudas y terminan por acudir en busca de apoyo. La precarización del mercado
laboral es otro factor que asfixia a este colectivo, que tras pasar tiempo en
una situación normalizada se ha visto obligado a recurrir a la solidaridad.
Las necesidades de quienes acuden a Red Íncola también han cambiado. «Ya ni
siquiera vienen a por trabajo, están resignados», reconoce José María, «Lo que
buscan ahora es ayuda de primera necesidad: alimentos y ropa». El coordinador
de la fundación muestra además una creciente preocupación por las medidas que
desde el Gobierno golpean, cada vez más, a los más necesitados. Entre ellas, la
reforma sanitaria, que reduce al mínimo las prestaciones a inmigrantes en
situación irregular. Mientras, se potencian los desahucios y nadie sabe si se
van a mantener las ayudas familiares. «Muchos viven con 426 euros al mes.
Parece increíble pero es cierto y a muchos se les acaban las ayudas en
septiembre», lamentaba José María. Para colmo, se anuncian nuevos recortes en
la Ley de Dependencia, lo que aumenta, si cabe, la incertidumbre de los
colectivos más desfavorecidos». Estamos temblando por el anuncio de nuevos
recortes. Si a esta gente le quitan la ayuda se queda sin nada», se quejaba el
coordinador.
Mensaje de auxilio
El mensaje de auxilio, dirigido a congregaciones, empresas, instituciones y
ciudadanos no solo se orienta a la captación económica. Bien es cierto que
cobran importancia las donaciones y el patrocinio de empresas, si bien desde la
organización se habla de buscar otras maneras y José María afirma que «el
dinero nos hace falta, pero no es lo primero». Así, hace referencia al apoyo de
voluntariado –en el que colaboraron hasta 400 personas en 2011– y plantea
alternativas como el apoyo a proyectos que lleven la firma de la empresa
patrocinadora. El ejemplo lo pone la empresa Cartif, que desde Boecillo fijó un
convenio para dar hasta tres cursos de formación de búsqueda de empleo. Por su
parte, la Red Íncola seguirá trabajando en la campaña permanente de socios y
donantes.
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