Los padres de un muchacho que reconoció haber acosado y golpeado a un compañero de clase tendrán abonar a la víctima, que resultó herida y sufrió una depresión como consecuencia del 'bullying', una indemnización que puede superar los cinco mil euros por los perjuicios causados. La ley establece que los jueces acordarán en sus sentencias, además de la pena correspondiente, la «responsabilidad civil derivada del delito» de que se trate. Y en el caso de los menores de edad, los textos legales prevén que sean los padres quienes tengan que resarcir económicamente a los damnificados. Es lógico, porque lo normal es que los niños y los adolescentes no tengan dinero. «Cuando el responsable -especifica la ley- de los hechos cometidos sea un menor de 18 años -y mayor de trece-, responderán solidariamente con él de los daños y perjuicios causados, sus padres, tutores, acogedores y guardadores legales o de hecho, por este orden, cuando estos no hubieren favorecido la conducta del menor con dolo o negligencia grave, sus responsabilidad podrá ser moderada según los casos».
En otras palabras, que a los padres no les salen gratis las fechorías que cometan sus hijos. No son preceptos nuevos, pero es habitual que los progenitores de los menores infractores no los conozcan. Es decir, que aparte del mal trago que supone ver a un hijo sentado en el banquillo de los acusados, suelen toparse con la 'sorpresa' añadida de que ellos también deben pagar por lo que hacen sus críos.
El acusado reconoció los hechos y aceptó el castigo antes de que se iniciara el juicio
En el caso en cuestión, la Fiscalía de Menores, tras finalizar su investigación, determinó que el chico encausado había cometido un delito contra la integridad moral -«infligir a otra persona un trato degradante»- y otro de lesiones. De acuerdo con esas conclusiones, pidió que fuera condenado a realizar una tarea socioeducativa durante un periodo de diez meses. A lo largo de este tiempo, el adolescente tendría que aprender, entre otras cosas, técnicas para controlar sus impulsos.
Además de esta medida, sus padres deberían abonar a la víctima una indemnización de cinco mil euros, una cantidad a la que habría que unir el dinero que demandase el Servicio Andaluz de Salud por la atención que prestó al perjudicado. O sea, unos 6.000 euros en total. Incluso puede que más. El joven se conformó con la petición fiscal y no fue necesario celebrar la vista oral del juicio.
Improperios y agresión
Los hechos ocurrieron en un instituto de la capital granadina durante el pasado curso escolar. El acusado y el damnificado coincidieron en la mismo aula, y el primero -con el apoyo ocasional de otros alumnos- lanzaba continuos improperios contra la víctima. La situación empeoró progresivamente y terminó con una agresión. Como consecuencia de este último episodio, el afectado sufrió lesiones graves y cayó en una depresión. Las características de este suceso responden más a los primeros casos de 'bullying' denunciados en Granada -hace ya una década-, cuando esta práctica era más 'física'. Actualmente, el fenómeno del acoso escolar ha experimentado una notable transformación por la generalización del uso de las nuevas tecnologías entre los niños y adolescentes, caso de los tmóviles con acceso a Internet.
De hecho, la Fiscalía Superior de Andalucía ya alertaba en su última memoria de un aumento del uso de las redes sociales como «verdaderas plataformas» para la comisión de «hechos delictivos graves» asociados a la violencia escolar, como las amenazas y coacciones entre menores.
Con todo, el fiscal delegado de Menores para Andalucía ha señalado en más de una ocasión que los delitos asociados a la violencia escolar -lesiones, amenazas y vejaciones cometidas- están registrando una progresiva disminución en la comunidad autónoma. Según su percepción, la gran mayoría del alumnado tiene un comportamiento correcto.
No obstante, el ministerio público insiste en la importancia que están adquiriendo las redes sociales «como verdaderas plataformas para la comisión de hechos delictivos graves como amenazas y coacciones entre menores que se conocen dentro del círculo escolar». También avisa de que los padres no suelen ser conscientes del peligro que puede entrañar la incorporación masiva de los jóvenes a estos foros, donde lo mismo pueden ser víctimas que verdugos.
Atrás quedan los tiempos en que el 'arma' del acoso escolar podría ser una simple tiza. Y no es un ejemplo figurado. En 2006, la Fiscalía de Menores de Granada catalogó una frase insultante escrita en un encerado como un delito de acoso escolar.
http://www.ideal.es/granada/201501/13/padres-condenado-acoso-escolar-20150112205347.html
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