Su familia y entidades contra los delitos de odio analizan la impunidad
de la ultraderecha en València durante años. “Es muy barato matar para
ellos”, afirma su padre.
Hace 25 años Guillem Agulló fue asesinado en Montanejos por un grupo de personas de ideología neonazi. El joven era de Burjassot y militaba en Maulets, una organización política juvenil independentista y antifascista.
La justicia nunca lo consideró un crimen político, sino una simple
pelea juvenil. Ha tenido que pasar un cuarto de siglo para que la ciudad
de València le reconozca como víctima de un delito de odio y le dedique un paseo en el Jardín de Viveros. Se inaugurará el próximo día 21 con motivo de la ‘Diada del 25 d’Abril’.
Varios colectivos llevan dos años exigiendo una calle para el joven
asesinado por su ideología política. Abarcan diferentes sensibilidades:
Acció Cultural del País Valencià (ACPV), Movimiento contra la
Intolerancia, Comunidad Israelita de Valencia, Federación Maranatha de
Asociaciones Gitanas, Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia o
Lambda. “Hay una emergencia de ideologías de odios por diversas razones
en los institutos, como lengua, cultura, religión o género. Es el
reconocimiento de un asesinado y por todas las víctimas de la
intolerancia”, destaca el secretario de ACPV, Toni Gisbert.
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