Triciclos que sustituyen a las sillas de ruedas de niños, en el García Quintana de Valladolid. /
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Un estudio del Cermi y la Once revela que ocho de cada diez estudiantes cree que «el ser diferente» es un factor de riesgo para ser víctima de bullying.
Son más las víctimas y son más
vulnerables. El acoso escolar rodea la vida en el cole y el instituto del 33%
de los menores, según diversos estudios generales; pero cuando estos alumnos
tienen además una discapacidad se convierten en la víctima perfecta para los
más desalmados. Encuentran más con lo que meterse y mayor indefensión. El
comité que engloba todas las asociaciones sobre discapacidad física, sensorial
o intelectual y mental, el Cermi, y la Fundación Once han querido investigar
esta realidad en España, y en cada comunidad (no hay diferencias
territoriales), donde apenas hay estudios pero recogiendo el informe de la
Unión Europea que apunta a que una discapacidad es un claro factor de riesgo.
Víctimas de acoso y de ciberacoso. Lo son más estos niños y adolescentes, el 40% de los que estudian la ESO lo sufren y el 37% de los de Primaria. Los 14 años es una edad especialmente crítica y el ser mujer alza ligeramente las cifras
Los alumnos con alguna discapacidad pueden estudiar en centros ordinarios, públicos, concertados o privados, o en los especiales. En la comunidad, hay 1.319 matriculados en estos últimos específicos para ellos y 8.051, en los centros habituales. De los que acuden a colegios e institutos ordinarios, el mayor volumen (3.849) tiene un trastorno de personalidad y el segundo grupo más frecuente (1.872), una discapacidad intelectual.Le siguen los de discapacidad física (938), auditiva (360) y visual (144). Son los públicos los que más casos registran, también escolarizan a más, pero ningún centro educativo se libra de esta realidad. El trabajo recoge que el 80% de este alumnado cree que el verlos como 'diferentes' es un claro factor de riesgo para sufrir estas agresiones.
Las burlas, el aislamiento y el rechazo se corresponden con las modalidades de abuso escolar más frecuentes (8 de cada 10 casos). El alumnado víctima de ciberacoso lo ha sido, sobre todo, por recibir comentarios desagradables a través de WhatsApp (18,8%) y Facebook (10,3%). El nivel de bullying es muy variable, desde la persecución desagradable y continuada con comentarios siempre negativos hacia la víctima que vive así años hasta situaciones todavía más graves. En el 58% de los casos esta persecución se prolonga durante años y suele ser ejercida por un grupo de compañeros del mismo aula o curso.
Víctimas de acoso y de ciberacoso. Lo son más estos niños y adolescentes, el 40% de los que estudian la ESO lo sufren y el 37% de los de Primaria. Los 14 años es una edad especialmente crítica y el ser mujer alza ligeramente las cifras
Los alumnos con alguna discapacidad pueden estudiar en centros ordinarios, públicos, concertados o privados, o en los especiales. En la comunidad, hay 1.319 matriculados en estos últimos específicos para ellos y 8.051, en los centros habituales. De los que acuden a colegios e institutos ordinarios, el mayor volumen (3.849) tiene un trastorno de personalidad y el segundo grupo más frecuente (1.872), una discapacidad intelectual.Le siguen los de discapacidad física (938), auditiva (360) y visual (144). Son los públicos los que más casos registran, también escolarizan a más, pero ningún centro educativo se libra de esta realidad. El trabajo recoge que el 80% de este alumnado cree que el verlos como 'diferentes' es un claro factor de riesgo para sufrir estas agresiones.
Las burlas, el aislamiento y el rechazo se corresponden con las modalidades de abuso escolar más frecuentes (8 de cada 10 casos). El alumnado víctima de ciberacoso lo ha sido, sobre todo, por recibir comentarios desagradables a través de WhatsApp (18,8%) y Facebook (10,3%). El nivel de bullying es muy variable, desde la persecución desagradable y continuada con comentarios siempre negativos hacia la víctima que vive así años hasta situaciones todavía más graves. En el 58% de los casos esta persecución se prolonga durante años y suele ser ejercida por un grupo de compañeros del mismo aula o curso.
Las consecuencias son
marcadamente negativas para su estabilidad emocional pero también para sus
resultados académicos. Dichos daños perjudican tanto a las personas agresoras,
como para los compañeros. El trabajo de campo realizado detecta el sufrimiento
que experimenta el alumnado con discapacidad cuando es víctima de acoso. Las
reacciones más frecuentes, en más de la mitad de los casos, se corresponden con
el empeoramiento de las calificaciones (31,3%), el descenso de la motivación
para asistir a clase (57,8%), el incremento de la tristeza (62,5%) y muchos
relatan las «ganas de llorar» (53,6%). Castilla y León es una de las
comunidades con más alta participación en las encuestas de la investigación y
el trabajo al aportar el 5,8% de las respuestas.
Los resultados de la
investigación revelan también la tendencia del alumnado 'espectador' a
permanecer en silencio ante el acoso, «si bien es cierto que cuatro de cada
diez profesionales del ámbito educativo opinan que los compañeros defienden a
la víctima y ponen la situación en conocimiento del profesorado». El personal
destaca que la familia del agresor suele rechazar tales acusaciones y la de la
víctima tiende a protegerla pero no sabe cómo.
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