Ejemplos como los de PKN, una banda de músicos con síndrome de Down, o la editora Jamie Brewer, con distrofia muscular, demuestran que los estereotipos ya no tienen cabida en nuestra sociedad.
En los ochenta había una serie titulada A fuerza de cariño, cuyo protagonista era Corky Thatcher, un chico con síndrome de Down interpretado por Chris Burke. En el próximo festival de Eurovisión –Viena, del 19 al 23 de mayo– Pertti Kurikan Nimipäivät, un grupo punk gestado en un taller para personas con Down y autismo, representará a Finlandia. Y figuran entre los favoritos. «Los medios pueden implantar tendencias que conducen a la inclusión. Recuerdo que cuando Corky empezó a salir en la tele cada semana, por primera vez Blair, mi hijo de 10 años, encontró un modelo adulto similar a él. Todo cambió», comenta Gail Williamson. Justo en ese momento, ella decidió convertirse en agente de actores con discapacidad. Gracias a su trabajo, Lauren Potter ha interpretado a Becky en Glee y Jamie Brewer ha participado en American Horror Story, compartiendo créditos con Jessica Lange o Chloë Sevigny.
Lauren y Jamie tienen síndrome de Down, y eso no ha supuesto un obstáculo. «Quiero que lo que hacen mis clientes inspire a otros para marcar la diferencia. Me gustaría ver un movimiento creciente de inclusión gracias a sus logros», sostiene Williamson, promotora de DsiAM (Down Syndrome in Arts & Media).
Como la aceptación es clave, la cadena española de tiendas Moltacte hace hincapié en ella desde 2006. Fue entonces cuando sus socios decidieron crear outlets para dar empleo a personas con trastornos mentales. «Está la discapacidad física, pero también hay una psíquica, la de personas con esquizofrenia o bipolares, que está muy estigmatizada. Al empezar, el paro rondaba el 90%», señala Ana Artazcoz, su directora comercial. Con ellos trabaja Mónica Martínez: «Cuando me diagnosticaron me volví introvertida. En la tienda me obligo a relacionarme, eso me ayuda en mi vida personal». Moltacte colabora en el programa For&From de Inditex, que deja en sus manos la atención, entre otros, de Oysho en Palafolls y Massimo Dutti en Llagostera. «Tener un contrato y una vida asentada da estabilidad emocional», puntualiza Artazcoz.
Porque la aceptación de la diferencia pasa por la inclusión. «El primer paso para la inserción laboral es su integración en todas las esferas», sostiene Arancha Jiménez, directora de operaciones de la Fundación Adecco. En 2014, las contrataciones de personas con discapacidad crecieron un 19%, por encima de la media española (13%). La tendencia de valorar lo distinto es «una respuesta natural a una sociedad diversa, y empieza a entenderse como un aporte de riqueza no solo fiscalmente, también desde la óptica social y de la productividad», apostilla Jiménez. En este punto incide la Fundación Cares, centro especial de empleo, en el que el 85% del personal tiene alguna discapacidad. Su labor es la externalización de procesos productivos y logísticos, entre los que se encuentran los servicios prestados a la división de e-commerce de Mango. «Nos gusta decir que entre todos reunimos todas las capacidades», explica Helena Borbón Porta, su directora general. Con estas iniciativas, «los empleados ejercen su derecho a un trabajo digno y adquieren seguridad personal», añade.
Algunos gestos, pequeños en apariencia, se convierten en hitos. Como ver a Jamie Brewer desfilando en la semana de la moda de Nueva York. Ocurrió el pasado febrero. «¡Fue increíble! Al principio estaba un poco nerviosa, pero Carrie [Hammer, la propietaria de la marca] me dijo que dejara brillar mi personalidad en la pasarela. ¡Y eso fue lo que hice!», rememora Brewer. Su pose al final del desfile fue la del triunfo: brazos en alto, enfundada en un vestido negro, con tacones y los labios rojos. No parece que se deje amilanar ante un reto: «Empecé a estudiar teatro en Secundaria, y cuando fui a la universidad quise licenciarme en Artes. Si algo te apasiona, nunca dejas de intentar conseguirlo. Aprendes a superar las dificultades». La diseñadora la eligió porque le gusta «trabajar con modelos que representan al consumidor base, y las personas con discapacidad son clientes. Incluirlas en la pasarela es lo natural».
Hammer es pionera en abrir la pasarela a gente con discapacidad. Su programa Role Models, not Runway Models («Modelos a seguir, no modelos de pasarela») también ha subido a escena a empresarias y directivas. Por su forma diferente de entender la industria, Forbes la ha incluido este año en su lista de las 30 personas más influyentes menores de 30 años. «La diversidad, en la moda y en la vida, es importante. La belleza reside en la diferencia. Va siendo hora de que las pasarelas y las revistas lo reflejen», enfatiza la modista. Un paso adelante en un mundo lleno de barreras, algunas muy cotidianas. «Este sector margina a las personas con discapacidad al no contar con ellas al diseñar las colecciones», lamenta Mario García, presidente de la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (Cocemfe). ¿El problema? «Conseguir ropa adaptada a sus necesidades es misión imposible en muchos establecimientos. Botones y cremalleras son un estándar que discrimina a la gente sin psicomotricidad fina. Hay que acudir a tiendas de tallas grandes o deportes y se ven obligado a modificar la ropa o hacérsela a medida».
Para solventarlo, surgen firmas como Cur8able (cur8able.com), de Stephanie Thomas. En 2004 ideó The Disability Fashion Styling System, guía centrada en las particularidades del colectivo al vestir. «Existen tres principios: que la ropa sea accesible, fácil de poner y quitar; funcional para no producir daño en quien la viste; y que siga las tendencias», desgrana Thomas. «Las marcas deben ver a las personas con discapacidad como clientes, no sentir lástima por ellas. Dedicarles la misma atención que al diseñar y hacer el marketing de sus colecciones mainstream». En ese aspecto, las pasarelas de este año se han convertido en un espacio de autoafirmación: además de Brewer en Nueva York, en la semana de la moda de Tokio hubo modelos en sillas de ruedas y con prótesis en el desfile de Tenbo; y Antonio Urzi –un excolaborador de Armani que ha vestido a Beyoncé o Rihanna– les dedicó su desfile de Milán.
La ropa adaptada es el objetivo de Cur8able, la marca de Los Ángeles creada por Stephanie Thomas que lleva 20 años ideando moda para personas con discapacidad.
«Es un mensaje positivo, porque en la escenificación del negocio de la moda se refleja la diversidad humana. Es un símbolo que implica un compromiso social», analiza Agustín Matía, gerente de Down España. Esta visibilidad, asegura, sirve como «refuerzo anímico, aumenta la autoestima. Y favorece la toma de conciencia», todos ellos efectos positivos que se notan en el día a día: «En los últimos años, en nuestro país está aumentando la concienciación con la discapacidad».
De visibilidad, discapacidad y moda sabe bastante también Paola Torres, que desde 2013 dirige su propio blog de street style, Via Paola. «Uso metodología de lectura fácil para que sea sencillo de comprender. Con ilusión, esfuerzo y apoyo se pueden conseguir cosas», constata. O Jillian Mercado, que tiene distrofia muscular. Esta neoyorquina, que se mueve en silla de ruedas por los front rows, escribe el blog Manufactured 1987 y es directora editorial de We The Urban (wetheurban.com). «Mi silla no define quién soy, es solo un vehículo. Sentirse hermosa es mucho más, cada individuo lo experimenta de una forma», recalca. En la moda, el camino lo abrió McQueen cuando contó con Aimee Mullins –atleta, modelo y coach con hemimelia peronea, una enfermedad que provoca la ausencia del peroné–para un desfile en 1998. Han pasado casi dos décadas, y ahora Refinery o I-D aseguran que figuras como Mercado son los iconos que están transformando el concepto de belleza. Ella asume su papel de catalizador estético: «Necesitamos un cambio respecto a los estereotipos existentes. La gente como yo, diferente al estándar, está aquí para contribuir a esa nueva mentalidad».
http://smoda.elpais.com/articulos/discapacitados-sobradamente-capacitados/6329
0 comentarios:
Publicar un comentario