Cuando tuvo lugar el atentado de Barcelona se incrementó la
cantidad de argumentos en contra de la comunidad musulmana. Pero no se
trata de un hecho aislado sino una consolidación de una tendencia
creciente en Europa y en España. Según la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia,
los incidentes islamófobos en 2016 en España se han incrementado un 106
% respecto al año 2015. Y esto antes del atentado. Entre los agredidos
están principalmente mujeres y niños.
Es muy probable que la
gran mayoría de los no musulmanes de este país considere que varios o
todos de estos argumentos son válidos:
1. El Islam es un bloque monolítico, estático y refractario al cambio.
2. El Islam es radicalmente distinto de otras religiones y culturas, con las que no comparte valores y/o influencias.
3. El Islam es inferior a la cultura occidental: primitivo, irracional, bárbaro y sexista.
4. El Islam es, per se, violento y hostil, propenso al racismo y al choque de civilizaciones.
5. En el Islam, la ideología política y la religión están íntimamente unidos.
Estas afirmaciones son parte de las ocho características
que definen la islamofobia según Runnymede Trust. Todas son falsas para
el Islam del mismo modo que lo son para el resto de las religiones. Se
trata de unos argumentos demagógicos que permiten naturalizar la
hostilidad hacia un grupo concreto de personas. Y, aun siendo una serie
de generalizaciones sin sentido, se están colando en el espacio de
debate político e informativo nacional y Europeo, hasta el punto de que
la opinión pública los llega a aceptar como válidos sin conocer en
absoluto en qué consisten el islam y su expresión religiosa.
No podemos hablar de otras culturas, etnias o
religiones sin habernos tomado la molestia de conocerlas.
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