La preocupante situación que se vive en Cataluña generada
por la convocatoria de un referéndum contrario a la Ley está provocando no sólo
un debilitamiento de los valores constitucionales, del Estado de Derecho y de
nuestra democracia, que con tanto esfuerzo y sufrimiento logramos alcanzar hace
no tanto tiempo, sino también un gravísimo deterioro de la convivencia
ciudadana, confrontaciones desproporcionadas y una inadmisible “normalización”
de los incidentes relativos a los delitos de odio que es necesario señalar y
denunciar por el retroceso y riesgos que suponen.
De igual manera la creación de un clima de intolerancia
generado desde matrices polarizadas de catalanofobia e hispanofobia, en donde se
proyectan desinformaciones y bulos, vejaciones y mensajes injuriosos, descalificaciones
del oponente y victimismos identitarios u otras conductas reprobables, incluso
delictivas, no hace sino impulsar la fractura social en Cataluña y en toda
España. En este sentido queremos significar que los mensajes y expresiones que
conllevan trivialización del nazismo, banalización del franquismo u otros abusos
discursivos no sirven a ninguna causa democrática sino a la expansión de la
intolerancia y a la quiebra de la convivencia.
Trivialización del nazismo
Es de sobra reconocida la deficiente trayectoria de
nuestro país en la lucha contra la trivialización del nazismo. La Comisión
Europea ha recordado repetidas veces que la exculpación, negación o
trivialización de los crímenes de los regímenes totalitarios deben ser
"sancionados penalmente" como ocurre en otros Estados miembros de la
Unión Europea. La última recriminación pública se produjo tras la celebración
de un homenaje a la División Azul en el que participaron autoridades del
Gobierno y a raíz de las comparaciones del independentismo con la Alemania
nazi.
La utilización de símbolos nazis para insultar al
independentismo constituye un claro ejemplo de trivialización o banalización
del nazismo. Por ejemplo, la publicación de la “senyera estelada” en la que la
estrella ha sido sustituida por una cruz gamada supondría una clara incitación
a la violencia y el odio penada en otros Estados de la Unión. No se debe descartar
que la Comisión Europea incoe “procedimientos de infracción” a España si estos
comportamientos se continúan produciendo impunemente.
Estas prácticas son injustificables al margen de cuales
sean los comportamientos de quienes reciben esos calificativos y del grado de responsabilidades
penales o judiciales que puedan afrontar como consecuencia de sus supuestos
delitos o infracciones cometidas en otros ámbitos. Equiparar o calificar a
alguien con posición contraria como nazi, podría contemplarse como incitar al
odio.
Es más, no sólo pueden constituir delitos de odio que corroen la convivencia
cívica y democrática, también suponen una humillación de las víctimas del
nazismo al verse equiparados trivialmente unos crímenes de un grado de barbarie
y salvajismo que nunca debemos olvidar con cuestiones cualitativamente
distintas.
Trivializar el nazismo, algo desgraciadamente común en
España, es humillar a sus víctimas y olvidar su sufrimiento. No se ofende tanto
al insultado como a la dignidad y la memoria de las víctimas. Si se califica
como nazismo cualquier cosa se normaliza el hecho y se hace llevadero. Si todo
lo que algunos inconscientes califican de nazismo lo fuera de verdad, entonces
el nazismo no debía ser algo tan grave.
Banalización del franquismo
Deseamos mostrar también nuestra preocupación por la
generalización de la utilización del término “franquista” para calificar a los
sectores sociales o a las instituciones que legítimamente reclaman y exigen el
cumplimiento y el respeto de la Ley y
los valores constitucionales, en este conflicto. De nuevo, es inaceptable
utilizar esos calificativos que como en el caso del nazismo suponen una
incitación al odio por el horror que el franquismo supuso e igualmente una
humillación a sus víctimas y a la dignidad de su memoria. Este calificativo humilla
a sus víctimas, banaliza la larga noche que España padeció bajo aquella
dictadura e incita al odio dirigiéndolo contra lo que más deberíamos apreciar:
nuestro sistema democrático que nunca debemos dejar de fortalecer y
perfeccionar.
Que se señale a
intelectuales, artistas, políticos y otras personas o entidades por el
ejercicio de su libre opinión no solo merece ser reprobado, podríamos estar en
otro hecho relacionado con la incitación al odio, por ello hay que reclamar a
los liderazgos de las partes que no se pongan de perfil y salgan de la
indiferencia para impedir estos comportamientos antidemocráticos. Lo mismo debe
subrayarse ante actitudes y gestos irresponsables, en su caso delictivos,
como afirmar la existencia de presos políticos, los insultos
xenófobos, la hostilidad hacia jueces, fiscales y fuerzas de seguridad, la
quema de banderas y la generalización del lenguaje de odio que anima la
radicalización, alienta el extremismo y hace emerger la dialéctica enfrentada
del nosotros y vosotros.
Otros abusos y manipulaciones que incitan al odio
Finalmente, es preciso denunciar la generalización del
intercambio en las redes sociales y por otros medios, de contenidos que
muestran el profundo deterioro del respeto a los derechos más fundamentales y a
las normas básicas de convivencia que se está produciendo. España tenía y tiene
todavía un importante camino por recorrer en materia de Tolerancia y respeto de
la dignidad humana, por lo que como sociedad civil nos vemos obligados a manifestar
públicamente el preocupante retroceso que se está produciendo y que estamos
contemplando.
Debemos condenar y advertir de las consecuencias que
pueden generar para nuestra convivencia la proliferación de contenidos con
simbología nazi y franquista, de vídeos que incitan al odio, al desprecio por
razones ideológicas, culturales o lingüísticas, la utilización y manipulación
de menores de edad, la manipulación generalizada de información, y el abandono
del debate democrático cívico propio de las instituciones de las que nos hemos
dotado en nuestro Estado de Derecho cuyo alcance y consolidación ha exigido
siglos de lucha y sufrimiento. En consecuencia, animamos a todas las personas
no solo a defender sus posiciones en el marco de la Ley sino a desterrar toda
conducta contraria a los valores democráticos constitucionales, a la defensa de
la dignidad de la persona y a la protección de los derechos humanos.
0 comentarios:
Publicar un comentario