El presidente de la entidad
que ejerce la acusación popular apunta que era previsible que el acusado se
presentase como un simple librero, ocultando su pasado al frente de Cedade
«Era de esperar que se presentara
como una víctima a la que bloquean su libertad de expresión. Pedro Varela
quiere que el discurso de odio no tenga límites», apunta Esteban Ibarra,
presidente de Movimiento contra la Intolerancia, entidad que, junto a la
Federación de Comunidades Judías de España, ejerce la acusación popular contra
Varela, propietario de la Librería Europa, «centro neurálgico de propagación
del nazismo en España». Junto a la Fiscalía, piden para él doce años de prisión
por delitos contra los derechos y las libertades fundamentales, con la difusión
de ideas supremacistas y genocidas, o negacionistas del Holocausto. Pero este
martes, durante la primera sesión del juicio en la Audiencia de Barcelona, el
acusado se ha presentado como un simple librero y editor, que daba salida a
títulos que rechazaban otras editoriales, como una simple decisión comercial.
«La librería -clausurada desde
2016 porque carece de licencia de actividad- operaba como un centro de
divulgación de la ideología nazi», recuerda Ibarra, no sólo en España, sino a
través de internet, en otros países de habla hispana, donde también distribuía
las obras de su editorial, Ojeda. Tras ella, Varela que, con solo 17 años,
asumió la presidencia de Cedade -Círculo Español de Amigos de Europa-,
organización de ideología nacionalsocialista, creada en la capital catalana y
cuyo nacimiento constituyó el inicio del movimiento neonazi en España y
«embrión» del nacionalsocialismo español. De hecho, la asociación se convirtió
«en un referente histórico para las organizaciones neonazis posteriores,
llevando a cabo una intensa actividad de edición y distribución de propaganda»,
sostiene el escrito de acusación.
«Yo soy el continuador de Violeta
Friedman y él de León Degrelle», explica Ibarra. Y es que en 1991, en una
sentencia pionera, el Tribunal Constitucional amparó que el exjefe de las S.S.
(fundador de Cedade, que luego presidió Varela) había vulnerado el derecho al
honor de esta superviviente del Holocausto, con las declaraciones que hizo a la
revista 'Tiempo'. Entre otras: «El problema con los judíos es que quieren ser
siempre las víctimas, los eternos perseguidos, si no tienen enemigos, los
inventan» o «si hay tantos ahora, resulta difícil creer que hayan salido tan
vivos de los hornos crematorios». «Entonces no existía el discurso de odio»,
recuerdan desde Movimiento contra la Intolerancia, que nació, precisamente,
para luchar contra los negacionistas del genocidio, y también contra el racismo
y la xenofobia.
«La primera definición del
discurso de odio se acuñó en 1997, en el marco del Consejo de Europa, pero la
victoria de Violeta puso las bases», sostiene Esteban. Ha sido un camino largo
hasta la penúltima modificación del Código Penal, la de 2015, que introdujo el
artículo 510, por el que ahora se acusa a Varela. Es el que regula y amplía el
ámbito de los delitos de provocación a la discriminación, al odio y a la
violencia, así como la justificación del genocidio –al tiempo que introduce
nuevos tipos penales.
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