lunes, 15 de junio de 2015

El Supremo ratifica las condenas a tres neonazis por el acuchillamiento ante el bar 'Sotabanco' de Valladolid

Dos de sus compañeros de banquillo fueron condenados a penas de cuatro años en calidad de cómplices mientras que un cuarto filonazi quedó absuelto

El Tribunal Supremo ha ratificado penas que en su conjunto suman diecisiete años de prisión para los tres neonazis que fueron condenados el pasado año por el acuchillamiento sufrido en agosto de 2012 por otro de idéntica ideología a las puertas del bar 'Sotabanco' de Valladolid, según informaron a Europa Press fuentes jurídicas.

La desestimación de los recursos de casación interpuestos por los condenados confirma así la sentencia dictada en noviembre de 2014 por la Audiencia de Valladolid , que impuso la mayor de las penas, nueve años de cárcel, al neonazi y militar de profesión Emilio José G.V. como autor de un delito de tentativa de asesinato perpetrado en agosto de 2012.

Además, dos de sus compañeros de banquillo, Roberto A.G. y Rodrigo R. del B, fueron condenados a penas de cuatro años en calidad de cómplices, mientras que un cuarto filonazi, Álvaro A.P, quedó absuelto de los cargos que se le imputaban, según informaron a Europa Press fuentes jurídicas.

En concepto de responsabilidad civil, el principal condenado habrá de indemnizar directamente a la víctima en la cantidad de 163.000 euros y con 100,20 euros a Sacyl, cantidades que en el caso de insolvencia del condenado habrán de afrontar de forma subsidiaria, conjunta y solidariamente, los también condenados Roberto y Rodrigo.

Además, Roberto A.G. fue igualmente condenado a diez días de localización permanente por una falta de lesiones cometida sobre un amigo del acuchillado, al que golpeó con el palo.

Solo quería «asustarle»

Durante el juicio, el principal inculpado, Emilio José G.V, aseguró que su intención era tan sólo «asustar» a la víctima con el fin de que dejara de acosarle y de amenazarle por haber roto su relación de amistad.

«Rubén acababa metiéndonos en problemas y yo no me lo podía permitir porque estoy en el Ejército», explicó Emilio José, quien aseguró que a partir de la ruptura de relaciones el aludido «se lo tomó como una traición» y empezó contra él una campaña de hostigamiento, con llamadas telefónicas amenazantes del tipo «te voy a reventar la cabeza» e insultos de «maricón» para arriba.

En ese contexto relatado por el principal inculpado se habría producido, según éste, el encuentro absolutamente casual registrado en la madrugada del 30 de agosto de 2012 a las puertas del bar 'Sotabanco', en la zona de San Miguel, donde agresor y agredido se toparon en plena calle cuando el primero, como así sostiene, se disponía a ir a su casa tras haber participado con los otros tres encausados en una pegada de carteles y pegatinas de la peña 'Ultravioleta' del Real Valladolid .

Ese fue el motivo esgrimido por Emilio José G.V, preso desde el día de los hechos en una prisión militar en Alcalá-Meco, sita en Alcalá de Henares (Madrid), para justificar que fuera provisto de un cútter--las acusaciones le colocan un cuchillo o una navaja en las manos--para cortar el celo utilizado para fijar algunos de estos carteles a la pared y que esa madrugada blandió contra su examigo para amedrentarle y lograr que se olvidara de él.

«Estaba obsesionado conmigo», resumió el procesado, quien relató que entonces se inició entre ambos un forcejeo, Rubén armado con un vaso y él con el cútter con el que empezó a realizar «amagos» pero sin intentar en momento alguno causarle daño. «Nunca tuve la sensación de que realmente le hubiera herido», indicó Emilio José en referencia a la primera lesión causada a su oponente en el muslo derecho y, sobre todo, el corte en su brazo izquierdo que le seccionó la arteria humeral y provocó una abundante hemorragia.

Además, el neonazi, quien mantuvo que sus tres compañeros de banquillo no participaron ni rodearon a la víctima para impedir su huida, como así ratificaron éstos, alegó que la segunda y más grave de las lesiones se la produjo accidentalmente la propia víctima al extender su brazo y tratar de golpearle en la cara con el vaso que tenía asido en su mano.

El relato de los hechos, sin embargo, fue diametralmente opuesto al ofrecido por Rubén R, quien aseguró que era él la víctima de las continuas amenazas de su agresor y su grupo tras negarse a salir con ellos, decisión a partir de la cual le granjeó calificativos de «chivato» y «traidor» y se tradujo en mensajes en los que se le advertía de que iban a cesar los puñetazos y los insultos y se iba a pasar a «las armas».

Sin formación militar «no estaría vivo hoy»

Respecto del día de autos, Rubén, quien se hallaba acompañado de otro amigo, Roberto A.G, herido de un palazo al intentar mediar en la refriega, se mantuvo firme al asegurar que se hallaba en la calle con un vaso en la mano cuando «sorpresivamente» apareció Emilio José armado con un cuchillo o una navaja con el mango negro y «sin mediar palabra» empezó a acometerle

Notó un «calambrazo» en el muslo y sintió «pánico» porque él seguía tirando cuchilladas y éstas cada vez a zonas más altas, con lo que estuvo a punto de caer al suelo pero era consciente de que si pasaba eso acabaría muerto, recordó el herido, alcanzado finalmente en el brazo izquierdo al taparse la zona del cuello de forma instintiva. «He sido militar también y si no es por la formación recibida no estaría hoy vivo», advirtió.

Rubén R. lamentó que la lesión sufrida le ha dejado una incapacidad total para su anterior trabajo, el de instalador de placas solares, e incluso le impide realizar otras funciones mucho más cotidianas, como atarse los cordones del zapato, situación que no le ha impedido obtener un empleo como conserje.

http://www.elnortedecastilla.es/valladolid/201506/14/supremo-ratifica-condenas-tres-20150614133016.html

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