El antigitanismo es la forma específica de racismo que padecen las
personas gitanas.
Es una ideología basada en la superioridad de la raza
paya y de sus modelos organizativos y sus instituciones sociales,
económicas, políticas, religiosas y culturales.
El antigitanismo es,
sobre todo, un tipo de racismo institucional. Es decir, está ejercido,
perpetuado, consentido, apoyado por las instituciones y sus poderes y es
estructural. De hecho, habría antigitanismo aunque no hubiera gitanas
ni gitanos a quienes oprimir, denigrar, perseguir, exterminar o negar.
El antigitanismo en España se ha sustentado en más de 230 leyes
antigitanas, que prohibieron y castigaron todo lo que significaba ser
gitana o gitano: nuestra forma de vestir, nuestra forma de hablar,
nuestra forma de vivir… Incluso, en 1749 hubo un intento de exterminio,
un genocidio que diríamos en términos actuales: todas las gitanas y
todos los gitanos, de todas las edades, fueron apresados. Los hombres
fueron enviados a los arsenales de marina y las mujeres a las casas de
misericordia. Todas y todos condenados de por vida a trabajos forzados.
Y, por último, el antigitanismo está caracterizado por ser el racismo
más permitido socialmente: nadie reprocha a nadie un chiste racista
antigitano, ni ningún fiscal persigue de oficio a los delincuentes
antigitanos aunque hayan causado un pogromo.
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