martes, 24 de octubre de 2017

Este sábado se celebró el Día por la Despatologización Trans





Hace unos días y coincidiendo con el Día Internacional de la salud mental, Transgender Europe ha publicado un estudio titulado “Sobrediagnosticadas e infra atendidas. Atención sanitaria de las personas en Georgia, Polonia, Serbia, España y Suecia. Estudio sobre la salud trans.”. Una investigación  que ha llevado a cabo la Federación Europea de entidades trans Transgender Europe (TGEU) junto a otras entidades colaboradoras de los países participantes.

Esta investigación nos ofrece datos alarmantes sobre las dificultades y trato discriminatorio que las personas trans sufren actualmente en los entornos de atención sanitaria.

Los objetivos de la investigación han sido: identificar las barreras para el acceso a la asistencia sanitaria de las personas trans; sensibilizar a los proveedores de servicios de salud,  responsables de la formulación de políticas y el resto de la sociedad sobre dichas barreras de acceso a la atención sanitaria y  por supuesto, transmitir esta información sobre las consecuencias de la psicopatologización de las identidades trans a las instituciones gubernamentales pertinentes con el fin de buscar soluciones a esta discriminación.

En este estudio han participado tanto personas trans usuarias de servicios sanitarios como profesionales de la atención sanitaria. Y ambos grupos han opinado sobre sus experiencias en este campo y las dificultades que identifican.

Los datos sociodemográficos del estudio nos dicen que es una muestra muy diferente de la que se han obtenido en estudios anteriores y que nos ofrece una “ imagen panorámica” muy real de la que es actualmente la nueva generación trans. Una generación joven, donde los hombres trans son más visibles que nunca y donde más de un cuarto de los participantes definen su género fuera del modelo binario.

Cuando les preguntamos a las personas que participaron cómo fue la atención sanitaria que recibieron: 5 de cada 10 participantes manifiestan que sus médicos de familia no tenían conocimientos sobre cómo ayudarles respecto a la atención sanitaria que necesitaba como personas trans, o que 4 de cada 10 utilizaban incorrectamente el nombre y el género autoidentificado por la persona.

Lo más grave es que más de la mitad de la muestra (55,8%) habían, retrasado o dejado de acudir a sus consultas médicas, debido a que pensaban que los profesionales de la atención sanitaria no les tratarían adecuadamente o simplemente porque tenían miedo a lo que pudiera pasar allí.

Razones que además no están basadas en pensamientos irracionales, ya que una cuarta parte de la muestra manifiesta que se ha sentido discriminado por su médico de familia en los últimos 12 meses.

La salud de las personas trans se está poniendo en grave riesgo debido a la falta de conocimiento del personal sanitario y las actitudes tránsfobas que desgraciadamente siguen existiendo en los entornos del cuidado de la salud.

Y cuando hablamos de salud no podemos olvidar hacerlo en un sentido amplio donde en ningún momento olvidemos las dificultades relacionadas con la salud mental. En ese sentido, este estudio viene a confirmar lo que múltiples estudios anteriores habían afirmado: que la población trans es vulnerable al suicidio.

Este estudio resalta que el 77,5% habían tenido alguna vez pensamientos suicidas, de los cuales el 49% los había tenido durante el último año. Pero lo grave es que el 1 de cada 4 participantes de España habían intentado suicidarse en los 12 meses previos al estudio. Datos especialmente alarmantes cuando sabemos que la media de edad de los participantes es de 26 años y que además 4 de cada 10 manifestaban que después de este episodio no habían buscado ayuda e intentaros lidiar con ello por su cuenta.

Estos tan sólo son alguno de los muchos datos que ofrece este estudio. Pero ante ellos sólo cabe hacer una reflexión.

¿Son estos riesgos inherentes al hecho de ser trans? ¿Las personas trans tienen una salud mental más frágil por su identidad de género?

Sólo cabe una respuesta: NO.

Todas estas consecuencias que merman la salud de las personas trans tienen como única causa, la transfobia social imperante. Una transfobia institucional y médica que sigue considerando las identidades trans como una patología, y que acaba provocando actitudes sociales de rechazo y discriminación. 

Discriminaciones que las personas trans no sólo viven diariamente en la calle sino que además también afectan a entornos tan vitales como aquellos que buscan mejorar la salud de las personas.

Por eso más que nunca, es fundamental el cese de la psicopatologización de las identidades trans, la búsqueda de nuevos marcos legales sanitarios estatales que unifiquen los criterios de atención sanitaria que regulan y que lo hagan desde la perspectiva de: la despatologización, la autoafirmación de género, los modelos de consentimiento informado y la inclusión de menores de 18 años en el tratamiento.

Pero sobre todo, un modelo que haga hincapié en la que siempre será la mejor herramienta contra la transfobia, la educación y la formación de la sociedad en general y de los profesionales de la atención sanitaria en particular.


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