Un comando de mujeres, con agujas y telas de algodón, en algunos casos con tejidos homologados, confeccionan en sus casas material para la protección
El día en el que su hija Estela, que trabaja en un estanco en la capital, le dijo que apenas le quedaban tres mascarillas de un solo uso, Elsa Pérez, 91 años, vecina de Tiedra, desempolvó su vieja máquina de coser. Una Singer con casi un siglo de historia y por cuya aguja han pasado hilos para los vestidos y trajes que Elsa hizo para sus ocho hijos cuando eran pequeños. Ahora, aprovecha viejos retales para fabricar mascarillas caseras contra el coronavirus. Primero, para sus hijos, que trabajan de cara al público. Luego, para todo aquel que lo necesite. Confecciona cinco o seis al día. «Por la tarde no puedo, porque se me cansa la vista y hay menos luz». Pero tela tiene de sobra y ganas tampoco le faltan. Parte de su producción irá destinada a Sergio, el alguacil de su pueblo, que utilizará las mascarillas mientras realiza las tareas de desinfección de las calles de Tiedra. Un encargo que ha recibido del alcalde, que es su hijo Nunilo.
Elsa es una de las integrantes de un batallón solidario contra el coronavirus que durante los últimos días, en distintos frentes y localidades, se ha organizado en Valladolid. Sus armas son viejas telas de algodón, hilos y paciencia para fabricar mascarillas que, aunque caseras y algunas no homologadas, puedan suplir la falta de material que se vive durante estos días de confinamiento.
Elisa Altés coordina una de las redes más numerosas, tejida en la capital. «Tengo un vecino con varias residencias de ancianos en Segovia. Me comentó que no le quedaban mascarillas para sus trabajadores, que necesitaba al menos 160. Y como sabía que yo coso...». Así que Elisa se puso en contacto con compañeras de su curso de corte y confección, implicó a jugadoras del equipo femenino de rugby El Salvador, al que pertenece, y consiguió la adhesión de familiares y amigas.
«Lo hacemos en plan casero, con retales de algodón (algunas son telas muy bonitas) y ya hemos preparado más de 300», cuenta. Lo más complicado, puesto que cada una de ellas trabaja desde su hogar, es «la logística» para enviar, recoger, reunir todas esas mascarillas y luego hacerlas llegar a los lugares que los necesitan. «Sabemos que no son profesionales, pero tal vez se puedan poner debajo de las que sí lo son, y prolongar su uso», cuenta Elisa, quien se aficionó a la costura desde pequeña, «de ver a mi madre y a mi abuela en casa». Esa cadena generacional ha pasado también a sus hijos, de entre 13 y 15 años, quienes le echan una mano con la labor solidaria. «Cuando los mellizos, que son los pequeños, cumplieron un año, me puse a coser como loca. Empecé a vender cosas por Internet y ahora estaba a punto de abrir un negocio de artesanía en la plaza de la Universidad (Planeta Elisabeta), pero con esta situación, está paralizado», cuenta Elisa, quien recluta voluntarias en lamaletadeelisabeta@gmail.com.
También, puntada a puntada, volverán a funcionar las máquinas del taller de costura de la antigua cooperativa tordesillana de Torre de Silo. Felisa Galván, promotora de este cosetodo solidario, explica que su intención no solo es fabricar mascarillas, sino también batas. Están a la espera de que el Ayuntamiento de la localidad «desinfecte el espacio, para que cumpla los requisitos básicos de seguridad». Y una vez conseguido, la idea es que el taller de la calle La Parra recupere, junto a alfileres, patrones y dedales, el traqueteo de las máquinas de coser.
En Fresno el Viejo, las «costureras reales» (encargadas de muchos de los elementos decorativos para la recreación histórica que se celebra en la localidad) han pedido a sus vecinos que donen «las sábanas de las abuelas, esas de algodón que todos tenemos por casa», explica Sol San Martín. El objetivo es confeccionar mascarillas y material que pueda ser útil para el hospital de Medina del Campo y las residencias de mayores del entorno.
Sesenta voluntarias medinenses se han apuntado también a esta iniciativa, con la confección de uniformes protectores, a partir del material adquirido por el Ayuntamiento de Medina del Campo. «Hemos encontrado varios proveedores y conseguido comprar una tela homologada que, en el caso de las batas, sirve para múltiples usos», asegura la concejala de Bienestar Social de Medina del Campo, Nadia González, quien añade que «la organización de las voluntarias costureras es máxima, ya que algunas se dedican a cortar la tela con el patrón y otras a coser». Además, se han puesto en contacto con un taller de Nava del Rey que, de manera profesional, trabaja en la confección textil y que reconvertirá su producción «para proteger a nuestros sanitarios y a profesionales como policías y cajeras del súper». El Ayuntamiento medinense ha habilitado una cuenta bancaria para conseguir donaciones (ES56 2103 2249 130030108586). El dinero recaudado servirá para proporcionar material a las costureras.
La solidaridad del dedal se ha extendido también por el este de la provincia. Allí, vecinas de Langayo contribuyen a la confección de género para el centro médico de Peñafiel, como explica el alcalde, Demetrio Martín. Teresa de Sebastián, vecina peñafielense, empezó el domingo y ya va por las seiscientas unidades. Ha echado mano «de una pieza de tela de sábanas de cuando me casé, y las gomas me las ha donado la propietaria de Supertienda Lucy». Teresa explica que hay más mujeres en Peñafiel haciendo lo mismo, «y también aportando tela», como la que le dio La Aguja y el dedal, una mercería que, de la misma manera, está haciendo mascarillas –con el material de su establecimiento– de forma altruista y desde hace días.
«En lo primero que pensé fue en las residencias de mayores», explica Susana Acebes, la propietaria del negocio, quien con la tienda cerrada comenzó a coser para las residencias Santísima Trinidad y Cocope. Voluntarios de Protección Civil recogen las mascarillas en los domicilios de las costureras para llevarlas al centro médico de Peñafiel, desde donde se distribuyen allí donde sea necesario. En Campaspero también han hecho un llamamiento a sus vecinos (a través del Whatsapp 630210302) para conseguir suministro de material.
Este reportaje se ha elaborado con información de Laura Negro, Patricia González y Agapito Ojosnegros.
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