lunes, 23 de marzo de 2020

El confinamiento por el coronavirus deja sin voluntarios ni ONG a refugiados en zonas críticas de Europa




Las ONG han hecho un llamamiento a los gobiernos europeos para que impulsen urgentemente medidas de protección para los refugiados y los migrantes, especialmente los menores no acompañados, ya que la pandemia del coronavirus ha reducido la cifra de voluntarios y ha causado el cierre de muchos servicios de apoyo que son fundamentales.

El martes, grupos que trabajan con refugiados y menores no acompañados en Francia y Grecia urgieron a las autoridades de ambos países que proporcionaran ayuda urgente a los refugiados y menores no acompañados, ya que consideran que los organismos oficiales les han dado la espalda. En Francia, una coalición de 24 organizaciones ha enviado una carta al gobierno y a los alcaldes de Calais y Grande-Synthe para implorarles que intervengan urgentemente en favor de los refugiados e inmigrantes que se encuentran en el norte del país. En la misiva, las organizaciones, entre ellas, Médecins du Monde y Refugee Rights Europe, señalan que “la situación de las personas exiliadas es indescriptible: falta de alojamiento, frío, humedad, estrés, cansancio, hacinamiento en tiendas de campaña precarias, expulsión diaria de los lugares donde viven, condiciones sanitarias deplorables”.

Los grupos dicen que, a falta de otras medidas de protección, el Estado debería proporcionar alojamiento y distribuir alimentos básicos, así como garantizar el acceso a agua caliente y jabón para tratar de detener la propagación de coronavirus entre la comunidad de migrantes.

Varias organizaciones que trabajan con niños refugiados en toda Europa también han escrito a los dirigentes comunitarios y de Grecia para pedirles que tomen medidas urgentes para apoyar a las familias y a los menores que han llegado al país heleno en las últimas semanas. En la carta se hace hincapié en que las autoridades ya no están registrando ni protegiendo adecuadamente a algunos niños. Asimismo, se les solicita información sobre las medidas de protección que han previsto para proteger a este grupo del coronavirus.

Los firmantes, entre los que se encuentran el Comité Internacional de Rescate, Human Rights Watch y el Consejo Danés para los Refugiados, también han solicitado una serie de medidas de protección que contemplan parar las deportaciones y poner en marcha programas de reubicación y de reunificación familiar para los menores no acompañados en toda Europa.

Temor al impacto de la pandemia en los refugiados
A lo largo del continente europeo, las ONG se están preparando para una situación en la que el personal y los voluntarios no puedan trabajar a medida que la pandemia se extiende por Europa.  Claire Moseley, directora de Care4Calais, un grupo que presta apoyo a los migrantes del norte de Francia y Bélgica desde 2015, ha indicado que la caída de las cifras de voluntarios le preocupa cada vez más.

“Hemos tenido muchas bajas y esto me asusta. Las personas a las que ayudamos están tan asustadas como la gente de los países europeos más afectados, pero viven en condiciones insalubres, no pueden lavarse las manos, no pueden ducharse. Estoy profundamente preocupada y aterrada por su situación”, ha afirmado.

Care4Calais estima que unas 1.000 personas viven a la intemperie en Calais y otras 2.000 en Dunkerque y la zona costera. Teme que un brote sea devastador para un colectivo ya vulnerable. “Estamos sumamente preocupados, hay muchas personas cuya salud es precaria y están viviendo en la calle. Estas personas ya están sufriendo de problemas pulmonares, por la situación a la que están expuestos, el cansancio y el frío y obviamente no pueden auto-aislarse”.

“Tengo mucho miedo, necesitamos el apoyo en el terreno de las grandes organizaciones; Médicos Sin Fronteras y Cruz Roja han estado en Francia en el pasado, necesitamos que vuelvan”, asevera.

Juliette Delapace, directora de proyectos de la organización benéfica católica Cáritas en el norte de Francia, dirigía un centro de día en Calais, que en los últimos días se ha visto obligado a cerrar. “Hemos tenido que cerrar y los cientos de personas a las que proporcionamos un lugar confortable y seguro durante unas horas no tienen a nadie que les ayude y ningún lugar a donde ir”, dice.

“Antes, el Estado no ayudaba a este colectivo porque sabía que las ONG llenarían el vacío, pero ahora no podemos hacerlo porque tenemos que proteger a nuestros voluntarios y personal y limitar la posible propagación entre las personas que son muy vulnerables y tienen mala salud”, asegura.

Delapace afirma que sería imposible que los migrantes y refugiados del norte de Francia se autoaislen si empiezan a sentirse enfermos, ya que no tendrían dónde vivir ni forma de conseguir comida. “Ni siquiera pueden llamar a los servicios de emergencia porque para ello es necesario poder cargar el teléfono y el único lugar en el que podían hacerlo eran los centros de día y los servicios que ahora están cerrados”, apunta.

Grecia, una zona crítica para los más vulnerables
La posibilidad de que el personal de estas organizaciones pueda transmitir el virus a los migrantes vulnerables también preocupa en Grecia, donde el Comité Internacional de Rescate ya está impulsando medidas de precaución.  Dimitra Kalogeropoulou, directora del Comité Internacional de Rescate en Grecia, señala a The Guardian que para la organización es una prioridad no exponer este colectivo al virus, ya que son muy vulnerables y tienen un acceso limitado a los servicios de saneamiento.

“En toda Grecia estamos tomando medidas estrictas, nos quedamos en casa y los lugares donde la gente se reúne están cerrados. Sin embargo, como trabajadores humanitarios es nuestra obligación seguir trabajando, así que acabamos de suspender las actividades en los lugares cerrados y proteger a los vulnerables suspendiendo todas las sesiones de grupo”, afirma.

Las condiciones de salud en el campo de Moria, en la isla griega de Lesbos, ya son desastrosas. La semana pasada, Médicos Sin Fronteras se vio obligada a retirar los servicios básicos cuando las tensiones en la isla siguieron a un aumento de las llegadas de Turquía.

Kalogeropoulou ha puntualizado que un grupo que preocupa especialmente son los menores no acompañados. “La situación de los menores no acompañados es extremadamente preocupante. Tenemos más de 5.000 en el país y unos 1.000 en Lesbos. Muchos de estos jóvenes viven en situaciones precarias, en centros de detención, en campamentos”.

A pesar de los temores de los grupos que trabajan con refugiados, Moseley dice que es crucial valorar la labor que se está haciendo. “Estoy muy orgullosa de la rapidez con la que hemos respondido, hemos redoblado esfuerzos en Francia y Bélgica, hemos repartido unos 1.000 paquetes de vitaminas y estoy muy orgullosa de los voluntarios de la organización. A pesar de que la cifra de voluntarios ha bajado, están trabajando sin parar”. “Llevan guantes y hacen todo lo posible para evitar que el virus se propague, creo que si paráramos por completo la situación sería mucho peor”, afirma.

Según ACNUR, actualmente hay unos 7.000 migrantes en Bosnia, y se prevé que la crisis actual en la frontera greco-turca empujará a otros miles de personas a cruzar la frontera. Muchos se encuentran en los campamentos de Tuzla, Bihac y Velika Kladusa, en la frontera croata, donde viven en condiciones de hacinamiento, en edificios abandonados o estaciones de tren en desuso. Las fuertes nevadas de diciembre y enero han hecho que las condiciones sean insostenibles: todos los residentes del campamento viven sin electricidad, calefacción o agua potable.

La Federación autónoma bosnio-croata declaró el lunes el estado de desastre, lo que le permitirá adoptar medidas de emergencia para detener la propagación del coronavirus, dijo el primer ministro de la región, Fadil Novalic. Bosnia ha reportado 24 casos de coronavirus hasta ahora, 20 de ellos en la otra región autónoma del país, la República Serbia.

Los médicos señalan que si el virus se propaga entre los migrantes, no habrá forma de detenerlo. “No tenemos sitios para ponerlos en cuarentena”, afirma Semra Okanović, un médico de Velika Kladuša, una ciudad cerca de la frontera croata. “No tenemos suficientes test para nuestra población, y no tenemos ninguno para los migrantes. Y no hay forma de saber si se contagian”.

El doctor Dominik Zenner, asesor superior de salud en migración regional de la Organización Internacional para las Migraciones, afirma que es “muy preocupante que haya miles de personas en toda Europa que son extremadamente vulnerables a esta pandemia, no sólo en los campos de refugiados sino en todo el continente.

“El riesgo de que estas personas sean aún más estigmatizadas y marginadas todavía más de lo que están es cada vez mayor. Si hay algo que el Covid-19 nos ha mostrado, es que debemos frenarlo unidos. Se debe promover que los ciudadanos se protejan a sí mismos y a los demás sin importar sus circunstancias personales”.

Traducido por Emma Reverter.
Fuente y más información aquí

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